Descansa en paz, Conchita. Así me pediste que te llamara cuando contacté contigo por teléfono Lima-Lisboa en marzo del 2005 y mi nerviosismo me llevaba del tuteo al respeto natural hacia una gran señora del toreo.
Tuve la curiosidad y llegué a tí a través de una querida amiga, casi hermana, tuya, limeña como tú. La idea era no sólo conocerte, tener ese privilegio, sino hacer justicia con nuestro país, con nuestra ciudad, taurinamente hablando. Dejar sentado tu peruanidad, o mejor dicho, tu limeñismo.
Porque limeña fuiste. Aqui llegaste a los pocos meses de vida. Viniste al mundo en Antofagasta "porque tuve que nacer junto a mi madre" irónicamente me dijiste por el hilo telefónico. Si hasta en quechua te escuché cantar!!!!
Y al contarte del pinpón verbal y preguntarte por ¿un país? sin pensarlo dos veces, rápidamente, como cuando sale algo natural, instintivamente, dijiste: "¡El mío!" El Perú. Yo conozco a los Incas quizás como nadie, mi abuelo era arqueólogo, explorador, pintor y publicó 120 libros… iba a la Selva y me traía cosas de los indios, iba a la Sierra y me traía pedacitos de cerámicas –huacos no que para un niño era demasiado- y me contaba de la vida de ellos, eso no lo aprendí en el colegio, lo aprendí desde muy niña en casa".
Una pena que nadie te haya invitado, otra vez, para hacerte el homenaje que merecías. Dios sabe cuantas veces hablé de un sueño, que dieras tú un pregón taurino para abrir nuestra feria nazarena. Que dieras el primero. Ya no puede ser. Eras muy grande para venir sin ser reconocida, invitada. Ahí sí que fallamos Conchita, los taurinos de tu ciudad, de tu país. Es un lugar común pero cierto, los reconocimientos deben ser en casa. Aunque queda el recuerdo de verte ágil bajar de una barrera y dar una vuelta al ruedo como reviviendo aquellas de tus tardes de triunfo en tu plaza, la de Acho.
"cuando me inviten iré volando" me dijiste. Y sé que lo harás. Que serás tu esa paloma que sobrevuele o se pose sobre el tiesto de arena del Rímac para no perderse la faena de la feria para compartir con nosotros los mortales taurinos.
Pero por ahora, déjame imaginarte limeña, en amena tertulia con tu marido y disfrutando con él de la compañía de tus amigos, hermanos de la Legua, los que se te adelantaron, como "Raúl (Aramburu Raygada), José Antonio (Tuco Roca Rey), Enrique (Aramburu Raygada), Gabriel (Tizón Ferreyros), Fulvio (Da Fieno) y Fernando (Graña Elizalde)… mis seis hermanos" como les decías.
Descansa en paz, Conchita. Descansa en paz, Diosa rubia del toreo, limeña de pura cepa.
Con eterna admiración por ser una mujer que dedicó su vida al toro, con lo complicado que esto ha sido en todos los tiempos. Descansa en paz Señora del Toreo.
APUNTE: Conchita Cintrón falleció hoy por la mañana en su casa de Lisboa de un paro cardiaco. Tenía 87 años y debutó en Acho cuando tenía 13.