El día 3. El gran día. Otro madrugón tras pocas horas de sueño (y muchos durmiendo la hora larga en bus que nos separaba del aeropuerto). Un poco de espera para embarcar y la sorpresa fue el miniavión que nos condujo de vuelta a Bogotá donde nos instalamos en el Windsor House, casa taurina por excelencia en esa capital.
Rápido almuerzo y ¡a los toros¡ Que duda cabe que fuimos a ver a José Tomás (ya que no viene a Lima) y más si es Manzanares quien se anuncia también. Pues eso, como lo dije al 2º toro: Va a resultar que “vine a ver a JT, pero ví a Manzanares” (titular si cabe). Y eso fue. Lo hecho ya en su primero, un toro noble, dulce, de esos que sueñan los toreros, que iba y venía con son, tuvo que cuidar sus mermadas fuerzas pero su labor tuvo como clave el temple exquisito y la largura del trazo que nos emocionó en un toreo de profundidades insospechadas. Todo empaquetado con torería excelsa. Pinchó arriba y eso ocasionó que con mucha presión del público le dieran la más que merecida oreja al alicantino.
Tanto como que por una abajo ya habían premiado a JT que -con el peor lote- estuvo por encima pero sin conseguir emocionarme como esperaba. Su primero tuvo corta embestida y el otro huidizo además. En el uno, empezaba a ligar cuando se frenó en la barriga y la cosa cambió al unipase, citando de frente. Por ahí, un par o tres cosidos por izquierda y otros por derecha con muleta retrasada en tanto que de uno en uno sin poder –o querer- sujetarlo, dejandolo a su aire al 5º, hicieron que la tarde, aunque abriera la puerta grande, no cuajara en redonda para JT. Gritos de “regalo” a la segunda oreja, división de opiniones al concluir y 3 gaoneras 3 a su primero, de las de verdad, un tremendo natural y 4 trincherazos como auténticos carteles de toros me traigo en el esportón de los recuerdos.
Aderezaba el ecuador de la tarde el indultó del 4º. Un muy buen toro del hierro de Las Ventas del Espíritu Santo. Noble, bravo, una máquina de embestir, con calidad, al que el local Sebastián Vargas (que sumó oreja y 2 simbólicas) hubo de entender que la faena era por bajo, el toro se lo reclamó al inicio de faena, y aunque el palco demoró en perdonar la vida del toro, embistió humillado hasta el final con prontitud ante los trapazos de su torero.
Hasta que llegó el 6º. Otro animal con clase y poca fuerza que dosificó Josemari para construir con su muleta de pretidigitador una obra de arte. Sin atacar, aliviando al inicio. Sobando dicen los taurinos, yo diría acariciando la embestida. El toro se fue soltando, se fue confiando, que el de enfrente era un amigo que lo invitaba a expresarse, a echar su bravura al ruedo. Y así surgió el toreo, aquel donde dos agresividades chocan y se atemperan. Donde el tiempo se ralentiza porque eso hizo Manzanares, detener el tiempo en su muleta para que cada segundo de trazo torero pareciera eterno, largo, profundo. Reventó la plaza cuando aguantó un parón sin miedo… Como en Lima, Manzanares quintaesenció el arte de torear. 3 orejas y a hombros los tres. Tarde de verónicas porque los tres mecieron con arte y valor el percal, en los 6 toros.
Salimos emocionados y toreando de la plaza, mi filmación la repetí una y otra vez en la habitación, no podía creer lo que había vivido. Por la noche, el remate de corrida en un salón contiguo del Windsor, con foi y todo… pasodobles a la colombiana, muy rumbosos, vídeos taurinos, comentarios y hasta música peruana en valses, huaynos y cumbia nos regaló el grupo musical. Tertulia con los amigos de la peña Boina Blanca y gran ambiente y más charla que se prolongó harto!!! Porque celebrábamos la fiesta brava y una gran noticia.
Rápido almuerzo y ¡a los toros¡ Que duda cabe que fuimos a ver a José Tomás (ya que no viene a Lima) y más si es Manzanares quien se anuncia también. Pues eso, como lo dije al 2º toro: Va a resultar que “vine a ver a JT, pero ví a Manzanares” (titular si cabe). Y eso fue. Lo hecho ya en su primero, un toro noble, dulce, de esos que sueñan los toreros, que iba y venía con son, tuvo que cuidar sus mermadas fuerzas pero su labor tuvo como clave el temple exquisito y la largura del trazo que nos emocionó en un toreo de profundidades insospechadas. Todo empaquetado con torería excelsa. Pinchó arriba y eso ocasionó que con mucha presión del público le dieran la más que merecida oreja al alicantino.
Tanto como que por una abajo ya habían premiado a JT que -con el peor lote- estuvo por encima pero sin conseguir emocionarme como esperaba. Su primero tuvo corta embestida y el otro huidizo además. En el uno, empezaba a ligar cuando se frenó en la barriga y la cosa cambió al unipase, citando de frente. Por ahí, un par o tres cosidos por izquierda y otros por derecha con muleta retrasada en tanto que de uno en uno sin poder –o querer- sujetarlo, dejandolo a su aire al 5º, hicieron que la tarde, aunque abriera la puerta grande, no cuajara en redonda para JT. Gritos de “regalo” a la segunda oreja, división de opiniones al concluir y 3 gaoneras 3 a su primero, de las de verdad, un tremendo natural y 4 trincherazos como auténticos carteles de toros me traigo en el esportón de los recuerdos.
Aderezaba el ecuador de la tarde el indultó del 4º. Un muy buen toro del hierro de Las Ventas del Espíritu Santo. Noble, bravo, una máquina de embestir, con calidad, al que el local Sebastián Vargas (que sumó oreja y 2 simbólicas) hubo de entender que la faena era por bajo, el toro se lo reclamó al inicio de faena, y aunque el palco demoró en perdonar la vida del toro, embistió humillado hasta el final con prontitud ante los trapazos de su torero.
Hasta que llegó el 6º. Otro animal con clase y poca fuerza que dosificó Josemari para construir con su muleta de pretidigitador una obra de arte. Sin atacar, aliviando al inicio. Sobando dicen los taurinos, yo diría acariciando la embestida. El toro se fue soltando, se fue confiando, que el de enfrente era un amigo que lo invitaba a expresarse, a echar su bravura al ruedo. Y así surgió el toreo, aquel donde dos agresividades chocan y se atemperan. Donde el tiempo se ralentiza porque eso hizo Manzanares, detener el tiempo en su muleta para que cada segundo de trazo torero pareciera eterno, largo, profundo. Reventó la plaza cuando aguantó un parón sin miedo… Como en Lima, Manzanares quintaesenció el arte de torear. 3 orejas y a hombros los tres. Tarde de verónicas porque los tres mecieron con arte y valor el percal, en los 6 toros.
Salimos emocionados y toreando de la plaza, mi filmación la repetí una y otra vez en la habitación, no podía creer lo que había vivido. Por la noche, el remate de corrida en un salón contiguo del Windsor, con foi y todo… pasodobles a la colombiana, muy rumbosos, vídeos taurinos, comentarios y hasta música peruana en valses, huaynos y cumbia nos regaló el grupo musical. Tertulia con los amigos de la peña Boina Blanca y gran ambiente y más charla que se prolongó harto!!! Porque celebrábamos la fiesta brava y una gran noticia.