Zabala de la Serna: " A la corrida le sobró calidad"
Miércoles, 20 de Mayo de 2009 00:00
Diario ABC.
Con los tiempos de cierre como espada de Damocles, suelo ver el último toro en la sala de prensa, porque no alcanzo el cierre. Y llego boqueando, que el ordenador no se enciende, no conecta, lo de siempre. Y además sin ideas. Pero de los altavoces de la televisión de plasma aterriza en mis oídos una frase de mi hermano Emilio Muñoz: «A la corrida le ha sobrado calidad». ¡Ole tu arte torero! ¡Qué bien dicho todo en tan pocas y elegantes palabras! ¿Ves por qué te quiero, trianero de la calle Pureza? Porque no se puede definir mejor una corrida, igual sin querer, sin querer hacer daño, me refiero. Estaba desnortado, sin rumbo, queriendo hacer justicia a las grandes figuras, y las grandes figuras fueron un bluf. Que de poderío con una corrida que no tenía nada que poder sino de bien torear. ¡Joder, con tanto poder!
No valió el engatillado colorado y pegajoso primero, pero para que un tío en figura, y perdón por la insistencia, esté a su nivel... Un tupido velo. Donde no los hay es con el cuarto, bajo, con cara, bueno. ¿Matices? ¡Pues súplalos usted! Se lo dejó sin picar, estuvo con el capote en son hacia delante, pero con la muleta no venía a cuento tanto poderoso estar, sino torear en armonía...
El toro de la tarde fue un jabonero de 522 kilos que se tapaba por cara astifina. Y El Cid estuvo entonado sobre la zurda suya de oro, pero sobre las puntas de las zapatillas. Asentarse y hundirse con un toro es otra historia de diferencia abismal. No está Manuel Jesús en su punto, y con semejante toro es un petardo camuflado. Mucha calidad del toro. Pero qué malo es José Tomás. No pensaba entrar a vuestra estúpida muleta anti, pero al final lo hago en bravo La Serna: JT le corta a la corrida de ayer los huevos. Orejas jerezanas, orejas madrileñas, orejas sevillanas, o no...
El bizco anterior no gustó en general, y menos a su matador, El Cid, que se enmendó al menos en tres ocasiones en cuclillas, que ya forma parte de la tauromaquia cidista, estuvo en sí pero no.
Miguel Ángel Perera volvía a la plaza regada con su sangre en otoño. Amagó una ovación, acorde de rácana con esta plaza que es una nevera de moscones en situaciones de sensibilidad. Estuvo bien en sus dos toros, en un quite con el capote a la espalda, asentado, reposado, plantado...
Al final, la frase de Muñoz cobró mas peso: sobró calidad.
Igual, o no, pensará Eduardo Arroyo, pareja de comida frente a Íñigo Oriol, con nuestros arroyos «on de rocks», en casa de Antonio Briones, el más grande bibliófilo taurino. El padre Pedro Álvarez me perdonará pecados, como yo espero perdonárselos a Julián, El Cid y Perera. La afición ha de ser comprensiva con las figuras... La talla es superior a la que han ofrecido en Madrid, y al margen de que Perera se anuncie con seis toros en Gijón y El Juli en Bayona, ayer había que romper el cántaro, porque material hubo.
Qué gran frase, Emilio: a la corrida le sobró calidad. La misma que le faltó a los toreros.
Miércoles, 20 de Mayo de 2009 00:00
Diario ABC.
Con los tiempos de cierre como espada de Damocles, suelo ver el último toro en la sala de prensa, porque no alcanzo el cierre. Y llego boqueando, que el ordenador no se enciende, no conecta, lo de siempre. Y además sin ideas. Pero de los altavoces de la televisión de plasma aterriza en mis oídos una frase de mi hermano Emilio Muñoz: «A la corrida le ha sobrado calidad». ¡Ole tu arte torero! ¡Qué bien dicho todo en tan pocas y elegantes palabras! ¿Ves por qué te quiero, trianero de la calle Pureza? Porque no se puede definir mejor una corrida, igual sin querer, sin querer hacer daño, me refiero. Estaba desnortado, sin rumbo, queriendo hacer justicia a las grandes figuras, y las grandes figuras fueron un bluf. Que de poderío con una corrida que no tenía nada que poder sino de bien torear. ¡Joder, con tanto poder!
No valió el engatillado colorado y pegajoso primero, pero para que un tío en figura, y perdón por la insistencia, esté a su nivel... Un tupido velo. Donde no los hay es con el cuarto, bajo, con cara, bueno. ¿Matices? ¡Pues súplalos usted! Se lo dejó sin picar, estuvo con el capote en son hacia delante, pero con la muleta no venía a cuento tanto poderoso estar, sino torear en armonía...
El toro de la tarde fue un jabonero de 522 kilos que se tapaba por cara astifina. Y El Cid estuvo entonado sobre la zurda suya de oro, pero sobre las puntas de las zapatillas. Asentarse y hundirse con un toro es otra historia de diferencia abismal. No está Manuel Jesús en su punto, y con semejante toro es un petardo camuflado. Mucha calidad del toro. Pero qué malo es José Tomás. No pensaba entrar a vuestra estúpida muleta anti, pero al final lo hago en bravo La Serna: JT le corta a la corrida de ayer los huevos. Orejas jerezanas, orejas madrileñas, orejas sevillanas, o no...
El bizco anterior no gustó en general, y menos a su matador, El Cid, que se enmendó al menos en tres ocasiones en cuclillas, que ya forma parte de la tauromaquia cidista, estuvo en sí pero no.
Miguel Ángel Perera volvía a la plaza regada con su sangre en otoño. Amagó una ovación, acorde de rácana con esta plaza que es una nevera de moscones en situaciones de sensibilidad. Estuvo bien en sus dos toros, en un quite con el capote a la espalda, asentado, reposado, plantado...
Al final, la frase de Muñoz cobró mas peso: sobró calidad.
Igual, o no, pensará Eduardo Arroyo, pareja de comida frente a Íñigo Oriol, con nuestros arroyos «on de rocks», en casa de Antonio Briones, el más grande bibliófilo taurino. El padre Pedro Álvarez me perdonará pecados, como yo espero perdonárselos a Julián, El Cid y Perera. La afición ha de ser comprensiva con las figuras... La talla es superior a la que han ofrecido en Madrid, y al margen de que Perera se anuncie con seis toros en Gijón y El Juli en Bayona, ayer había que romper el cántaro, porque material hubo.
Qué gran frase, Emilio: a la corrida le sobró calidad. La misma que le faltó a los toreros.