¿PERO QUE DEMONIOS HAGO AQUÍ?... CORONA, CANTÚ Y MORALES CON CUEVAS EL DOMINGO.
Por Pedro Julio Jiménez Villaseñor desde Aguascalientes
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PALABRA QUE duele escribir ciertas cosas, más cuando intentamos compenetrarnos en los sentimientos de la persona a la que supuestamente estamos analizando, o juzgando, su quehacer, caso concreto con lo sucedido recientemente a Cristian Hernández, el novillero queretano al que el pánico paralizó en la plaza México y después de ver que sus dos novillos regresaban a los corrales, opto por arrancarse el añadido, seña que ya no quiere nada en los ruedos.
POBRE DE aquel que diga que no ha sentido miedo, con seguridad es lo que más le sobra y fanfarronea dejando ver posteriormente que es un vil mentiroso. Cristian antepuso su presunción a su valor.
CREO SER amigo de mas del 95% de los toreros actuales y cantidades inimaginables de ellos me han confesado que muchas de las veces en la misma puerta de cuadrillas piensan... ¿Pero que demonios hago aquí?. He aquí la cuestión, ser o no ser.
Juan Belmonte decía que el día de corrida la barba le crecía más de prisa, el miedo se manifiesta de muchas maneras, el miedo aparentemente paraliza al cerebro, pero por raro que suene, agiliza las piernas como defensa y huir de lo que se teme, la reacciones en cada uno de nosotros son diferentes, pero el miedo es el miedo y vencerlo es harto difícil, mas no imposible, dominarlo es un arte y no todos lo pueden hacer.
DE LO que estoy completamente seguro es que llegar a enfrentar un compromiso tan serio, y fuerte, como lo es torear en la plaza México, tiene que ser con una preparación excelente, física y mental, sobre todo conciente y bien aconsejado, no escuchar el canto de las sirenas solo porque por ahí logró pegar tres o cuatro buenos pases a un becerro, de los que acostumbran lidiar en pueblos, México queramos o no, es nuestro máximo escenario y si no da si quita, lo estamos viendo con Cristian, que me dicen tenia cinco años de becerrista y otros tantos de novillero y nadie se había dado cuenta que su valor era muy medido. Ahora que... Claro que la empresa tiene que saber a quienes programa, conocer, sin ser Merlín o Nostradamus, el rodaje de los muchachos y evitarse problemas, pues sabemos, hablando de bureles... “Tanto peca el que mata la vaca como el que le agarra la pata”. Desde luego que la responsabilidad tiene que ser compartida. Decía Albert Einstein... “Hay dos formas de ver la vida: una es creer que no existen milagros, la otra es creer que todo es un milagro”... Los milagros en la fiesta no existen, la preparación si, y de ambas partes, toreros y empresa.
A MÍ me sigue doliendo que no sepan valorar a quien programan, todo con medida, hay cosas y situaciones que no se pueden prever y por lo mismo el análisis del futuro actuante tiene que verse con lupa, de poderse hasta con microscopio, no exponer a los jóvenes y detener la desplome del coso que va en caída libre y a escasos milímetros de estrellarse.
POR LO del domingo les digo que “defiendo”, mejor dicho, entiendo, a Cristian, le superó la presunción al valor, cometió esa enorme torpeza que cargará por los restos como pesada laja sobre su conciencia, lo de quien lo programó no lo entiendo, no se trata solo de anunciar a tres novilleros y asunto arreglado. Tampoco es la eterna cantaleta en contra de las cosas como se hacen en ese coso, “afortunadamente” sucedió esto y ya veremos las ganas de las oficinas en enderezar el barco, el siguiente cartel esta por darse a conocer y por ahí le podremos medir el agua a los camotes.
POR TODO lo anterior me vienen a la cabeza esas hoy desaparecidas “academias” que hacían secretarias, mecánicos, poliglotas, electricistas y hasta ingenieros de diferentes especialidades... ¡por correo!. Faltan veedores exigentes, desinteresados y profesionales, hace varias décadas no existían videos y no había fotógrafos en los pueblos, pero existían medio centenar de muchachos que metían mas de media plaza cada domingo, petardos siempre los habrá pero lo ideal es evitarlos. Independiente a que las novilladas en provincia simplemente no existen, una golondrina no hace una primavera y dos o tres festejos por ahí, y de vez en cuando, nos tienen en la lona, se establecen temporadas fijas con seriedad o ya podremos irnos con nuestra música a otra parte, quizás a comprarla a un centro comercial donde antes existió un coso.
Para la tercera de las tardes, con nuevo horario, las cinco, van Alejandro Corona, Fernando Cantú y Roberto Morales con 6 de Ernesto Cuevas... Nos Vemos.