Morenito de Aranda fue el diestro que destacó ayer en la esperada y casi última comparecencia en Madrid de Enrique Ponce con Sebastián Castella. Mecido toreo de capa en los medios y pulcritud en la muleta. Este torero burgalés saca la cabeza luego de un cornalón de caballo que sufrió en una portátil en Colombia, meses atrás. Entró a esta feria sustituyendo al mexicano Joselito Adame.
Mario Juarez. Morenito de Aranda y el manojo de verónicas en los medios fue de esos que quedan en la retina. De altísima nota. Despacito y a compás. Soltando los vuelos del capote, jugando los brazos y el cuerpo. Cargando la suerte en todo momento. Un lujo, un primor. El mejor toreo de capa de lo que llevamos de año. Tres lances por la izquierda y la media de broche fueron de aúpa. De ponerse en pie Madrid. Con justicia. (Video de Taurodelta)
(sobre Ponce) El cuarto pudo ser el último toro que estoqueó el valenciano en Madrid. Un regalo envenenado. Se puso Ponce, desafiando las reglas de cualquier precaución. Sin castigarlo ni domarlo, a torear como si fuese bueno… Desengañándolo, llevándolo en línea para obligarle a embestir. Entre pitos y censuras de los de siempre. Muy seguro el torero, consiguió meterlo en la canasta y robarle tres muletazos ligados en redondo… Donde nunca quiso ir embarcado el Alcurrucén. Con la misma seguridad con que aguantó parones, miradas y dagas por bajo. El único pero: se pasó de tiempo. Y el pero mayor: Ponce estuvo con la espada para matarlo.
Toros de Alcurrucén, desiguales de presentación, mansos y deslucidos en cojunto, alguno desarrolló complicaciones incluso. Enrique Ponce, silencio tras aviso y división tras aviso.
Sebastián Castella, ovación tras aviso y silencio. Morenito de Aranda, ovación con saludos tras aviso y saludos.