jueves, 13 de agosto de 2015

Rivera y su vuelta fuera de forma


Zabala de la Serna dice, escribe, lo que muchos deben haber comentado por lo bajo. Y tiene razón. 

El 8 de marzo Francisco Rivera reaparecía en los ruedos de Olivenza. Entonces, a diferencia de en Huesca, se escapó de milagro de la cornada. Visionadas las imágenes terroríficas oscenses, la forma en que el toro de le vence a lance hecho, los segundos en que cuelga del pitón como un fardo, los recuerdos de Pozoblanco, como ha escrito oportunamente Lucas Pérez, se amontonaron. El gran Paquirri no andaba a sus 37 en su mejor momento de esa forma física que tanto le obsesionó durante su carrera, y cuando los toros cuando hacen presa en toreros "pesadotes", por decirlo de alguna manera que nos entendamos todos, te meten hasta la cepa del pitón, "hasta la oreja", como se suele decir. Como también hay un dicho en el planeta táurico muy sabio: "no se le puede perder el respeto al toro". Jamás. Y si estando al 120% de preparación nunca estás a salvo ante un animal de reacciones imprevisibles, un estado físico por debajo de lo que exige la profesión es jugar con cerillas en una gasolinera.

Sobre Rivera Ordóñez escribí el 8 de marzo, la tarde de su regreso, un párrafo que desgraciadamente hoy cobra mayor sentido aún; la mala suerte, que también juega, ha puesto el resto:      

"Volvía Rivera Ordóñez a los ruedos, y volvió tal como era. Veinte años de alternativa, dos temporadas después de la ida y unos cuantos kilos de más para redondear la figura fondona y cuadrada. No se vuelve de la noche a la mañana ni a la juventud ni con la preparación exigida ni con el sitio requerido para estar en activo a los 40. Y así el quinto lo cogió en banderillas cuando perdió pie una vez reunido el segundo par. El toro le pegó una paliza soberana, le pisó la cabeza estrellada contra la arena y le destrozó la parte posterior de la taleguilla del muslo izquierdo con saña de bravo y suerte. La suerte de un torero al que en toda su larga carrera le han respetado los toros, pero que ahora la tienta no se sabe bien por qué llamada del destino".



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