jueves, 20 de agosto de 2015

Murió Cagancho, el caballo que lanzó al olimpo a su torero, Hermoso de Mendoza

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Aunque era un animal demasiado corpulento y de físico poco afinado, tenía una gran carga genética por la vía de otros excelentes caballos toreros portugueses y demostró rápidamente un enorme valor que le hizo sobreponerse a tres cornadas. Con esas condiciones, llegaba a torear con mucho temple y cercanía a los cuernos.

Debutó en 1991 y fue retirado en el 2002. En vida y en activo recibió homenajes en ruedos de Sevilla, Madrid, Pamplona y México D.F donde le quitó definitivamente la montura. Vivió más de 30 años.

El legendario caballo Cagancho, de la cuadra de Pablo Hermoso de Mendoza, ha fallecido esta madrugada en las instalaciones de la Finca de Zarapuz, propiedad del rejoneador estellés. Como cada día, el equino salió ayer a los potreros de la finca a gozar de su momento de paseo en libertad cuando sufrió una especie de ictus que le provocó un desmayo. Se le administró un tranquilizante y tras unos minutos, el caballo con ayuda consiguió levantarse siendo trasladado hasta su box, donde llegó con las fuerzas justas y sin visión, provocado por algún coágulo motivado por el ictus. Horas después, en la madrugada de este jueves, fallecía en su box.

SEMBLANZA DE CAGANCHO, POR JUAN ANDRÉS HERMOSO DE MENDOZA
“Cagancho” ha sido el caballo más importante en la carrera de Hermoso de Mendoza y sin duda el más importante de la historia del rejoneo. Posiblemente no fue el mejor, ni el más bonito, ni el más ágil… pero sí fue el que más personalidad imprimió en la plaza a todas sus evoluciones. Una personalidad cimentada en un físico barroco, un tono negro cuatralbo que lo distinguía fácilmente de todos los demás caballos, un nombre pegadizo y sobre todo un sentido del toreo que hasta entonces no se concebía en un caballo. Hubo momentos en que la popularidad del caballo estaba por encima de la del propio Pablo.

Quié lo iba a decir de un caballo barrigón, con las patas llenas de heridas de verano que llegaba a la finca de Acedo en “patera” y que tuvo que sufrir una enorme transformación física a lo largo del invierno para debutar en 1991 como caballo de último tercio, que era para lo que se había adquirido.

El caballo nunca se sintió a gusto en ese tercio y así, decepción tras decepción, se llegó a la corrida de Ejea de los Caballeros, a primeros de septiembre, que fue donde Pablo explotó y dijo “basta ya”, por que una y otra vez el caballo se chocaba con el toro, no pasaba y no había forma de acabar con aquel astado.

En ese momento Pablo se rindió y vio que su inversión había sido un fracaso, que aquel caballo no le iba a servir. Pero los tiempos y la situación no estaban para derrochar ni caballos ni dinero y a los pocos días en Ampuero (Cantabria) decidió probarlo en el tercio de banderillas. ¡¡¡Sorpresa¡¡¡ el caballo, cuando iba de frente al toro mostraba una enorme habilidad, el caballo no quería torear al hilo del pitón como se hace para matar, sino que quería gustarse en la suerte, llegar a la cara del toro y salir toreando con el pecho. Ese día se descubrió el diamante en bruto que “Cagancho” llevaba dentro.

A partir de aquí, mucho entrenamiento, mucho cuidado en su dieta porque era muy tragón y a ir escalando posiciones en el toreo a caballo hasta el punto de formar un duo que comenzó a maravillar al mundo en la temporada 1994 y a ser el consentido del público desde aquí hasta su retirada en 2002.

Once años en los que Pablo se instaló en la élite del toreo a caballo como indiscutible número uno y siempre de la rienda de este “Cagancho” que siempre tuvo novias, como los colombianos que pusieron en manos de Pablo un cheque en blanco a cambio del caballo o algunos de los rejoneadores de aquella época como Antonio Correas o la casa Domecq, que suspiraban por el animal. “Cagancho” tuvo una despedida a la altura de lo que había sido, y en su última temporada, su jinete decidió despedirlo toreando en las cuatro plazas que consideró más importantes en la carrera del caballo y del propio Pablo: Sevilla, Madrid, Pamplona y la México fueron esos cuatro escenarios, donde “Cagancho”, en un caso único en la historia, salió por la puerta grande en las dos últimas junto y montado por Hermoso de Mendoza. Al año siguiente, por petición de la afición, esta vez sin torear, se despidió del público de Estella.

A partir de aquí, “Cagancho” ha descansado en la finca de “Zaraputz”, saliendo a sus pastos a galopar en libertad, padreando y viendo a sus hijos pastar y crecer en los potreros contiguos, en una vida de privilegio. Desde su retirada en 2002, nunca Pablo volvió a montar a “Cagancho” y sólo en una ocasión lo hizo su hija Paula.