Artículo de Patricia Navarro. 10/marzo/2009Diario LA RAZÓN.
Una revolución mediática se ha desatado en las ya medallas de nadie. La España dividida en un circo de opiniones enfrentadas: los de José Tomás y Camino o los de Rivera Ordóñez, así lo han querido entender muchos. Es un recurso fácil y rápido, pero hay lecturas más allá de la polémica rosa del toreo. Hacía tiempo que no se hablaba tanto de toros, en todos los sitios, no sólo en los programas del corazón. Antes que nada en la boca de los aficionados, o de los que se asoman de vez en cuando a la Fiesta. Es verdad que se podría hablar mejor, pero esto está vivo, mientras haya quien lo defienda. En tiempos difíciles, cuando la crisis es un tsunami que lo destroza todo, España se desvela en catalogar la actitud de dos tipos, cosidos a cornadas, que han exigido mantener íntegro y puro lo excelso del arte. Sin reducirlo a las mediocridades que lo inundan todo. Es verdad que se ha caído en la exageración y es cierto que no han pensado en los daños colaterales. Pero el toreo está hecho de hombres y los hombres de pasiones: les han tocado en la fibra purista y en lo hondo. Lo han llevado a cabo a las bravas, en un alarde de casta de otro tiempo y en ese camino las consecuencias son difíciles de sopesar. En el horizonte queda la pregunta: ¿cuánto tiempo tardará el toreo en tener en sus manos una Medalla de Oro de las Bellas Artes? Quizá mucho, pero está claro que a esta última, aunque le venía bien al toreo, le faltaban argumentos.