martes, 20 de abril de 2010

Video.12va de Sevilla. Juli y Manzanares a hombros

Por Pedro Abad-Schuster

Sevilla, martes 20 de abril de 2010. Lleno absoluto.

El video está en el link http://feriastaurinas.plus.es/player_video.html?xref=20100420pluutmtor_2.Ves

6 toros de Torrealta, bien presentados, primero y último con menos culata, mansos, desiguales de juego y condición. Sólo hubo un toro bravo de verdad, el 4to.

Julián López El Juli: ovación y dos orejas. José María Manzanares: oreja y oreja. Daniel Luque: silencio y silencio. .

El toreo es ambición, no es un pasar por la plaza, ni estar simplemente aseado, ni aun hacer lo que se debe. Eso lo hacen los toreros honrados, es cierto, pero se quedan en la mitad del escalafón o más abajo. Para ocupar el centro de la tauromaquia – como hoy lo tiene El Juli - hay que tener ambición, como la tuvo –y no torero comparable - Joselito el Gallo, que pedía le pusieran no sólo con Belmonte, sino con cualquier otro que destacara o que saliera del escalafón inferior pidiendo guerra.

El Juli en el 4to, no podía dejar Sevilla con el recuerdo de una ovación en su 1ro: ya Manzanares le había cortado una oreja al segundo de la tarde. Había que triunfar a toda costa. Y tirando de amor propio, inherente a los verdaderos toreros, Julián decidió salir a poder con lo que le echaran y no dejarse ganar ni una sola batalla. El toro de 492 kilos, negro mulato, engatillado de cuerna, feo de hechuras, manso en varas pero encastado, se reservó algo en el capote y saldría suelto de los envites a varas. Sin la menor dilación, tras el cambio de tercio, el torero madrileño avanzó a paso rápido hacia los medios, brindó al público el toro y allí demostró lo que es el toreo.

El toreo no es estar aseado, ni cumplir, ni siquiera estar bien; sino torear, con capacidad, gusto, dominio y clase, y sobre todo ello, diciendo el toreo. El toro llegó como una locomotora a la muleta; tal era su ansia por coger que incluso en la primera serie pegaba saltos con que cornear el trapo, eficazmente burlado de su alcance por un Juli sensacional. No hubo tanteo, ni probatura alguna: la primera tanda en los medios, aguantando con los pies hundidos en el albero, viendo pasar al antiguo expreso de Andalucía por su costado, sin inmutarse, llevándolo en sus saltos –y asaltos- hasta metérselo en la espalda, algo casi inverosímil. Pura codicia, volvió el bicho a repetir en otra serie espectacular, y el Juli a templarlo como nadie, a pesar de la velocidad a la que acometía el animal, y al salto inicial, rematando hacia la espalda los pases, bien colocado. Ni una duda, ni un gesto, natural; estaba toreando.

Y después cogería la zurda para regalarnos otra buena serie, con un natural de ensueño, largo, la mano por los suelos, la muleta barriendo el albero maestrante, a pesar de que al toro le costó algo más seguir el trapo por la zurda. Y vino la serie fundamental, donde nunca habrán visto mano tan por abajo, mandando tanto y en redondo. Lo que es el toreo eterno, de cualquier época, de esta tarde. Siguió ligando con la derecha, con un cambio de mano espectacular y terminó de nuevo a izquierdas, al natural, sin ayuda del estoque simulado, para –algo retorcido, es cierto- llevar más de media muleta por la arena maestrante. Para culminar la obra, una estocada por arriba, un poco trasera y dos orejas de ley.

Manzanares había cortado su primera oreja a un toro de 488 kilos, con trapío, castaño bragado, ligeramente tocado de puntas, manso, y embistiendo pese a que le costase entenderlo al diestro alicantino en los inicios. Y es que el bicho pedía colocación, mano baja y dejarle la muleta en la cara para repetir, y en cuando José Mari lo hizo, sobre la cuarta o quinta tanda, obtuvo la respuesta deseada. Colocándose en la derechura, luego al hilo del pitón, lo embarcó en tres series buenas, ligadas, profundas y templadas. Una estocada por las péndolas y trofeo.

El del 5to fue de mayor peso específico, a un toro reservón de 533 kilos, que embistió a oleadas, de poca casta y complicado. Castaño meano y delantero, costó un mundo que tomara el castigo necesario en varas -bien, fenomenalmente picado- y más aun ponerle banderillas, ya que ni aun se arrancaba a los de a pie, para pegarles luego el empujón a tablas. Pero Manzanares, con la misma ambición que el madrileño, salió a no dejarse ganar la partida: Apostó y triunfó. Y lo hizo pese a coladas, miradas aviesas y desconcertantes, paradas al entrar o arreones que hubieran desbordado a alguno. Aguantó una barbaridad, se cruzó como pedía el toro, tiró de verdad y aun le sacó muletazos profundos, largos y de clase. El secreto estaba en citar desde el pitón contrario y tirar mucho del toro en su primera embestida, cosa nada sencilla, porque de vez en cuando regala el animal con algún gañafón. Al final, sometido, humillado por el valor y la maestría del diestro, se rajó, parándose, y a su pesar, aun le sacó otra magistral serie el alicantino. Una entera, arriba, un poco trasera pero de verdad acabó con el toro. Cogería al puntillero, desde el suelo, infiriéndole una cornada en la cara. Hasta el final vendió cara su vida con arteras maniobras.

Daniel Luque ha pasado casi de puntillas. Habíamos visto grandes faenas y sufrido intensas emociones previas: aquello no fue nada. Mal dirigido en esta temporada, como siga así, perderemos un valor que cantábamos casi como seguro. Fotos: http://www.mundotoro.com/auxiliar/galerias2010/Sevilla200410/nueva%20carpeta.swf

Fuente: cope.