miércoles, 21 de abril de 2010

El manso que hizo correr a Enrique Ponce (otra mirada)


CARLOS ILIÁN.Sevilla Marca.com

La rumorología taurina dice que Enrique Ponce está de retirada. Que anda rebañando por esas plazas antes de irse del toreo. En todo caso el Ponce de Sevilla nada tiene que ver con la versión auténtica. Si hace poco afirmaba en nuestra página web que Ponce era el torero infalible, hoy tendría que rectificar, al menos si juzgamos la versión que nos ofreció en la Maestranza. Para empezar, no se entiende que una figura del toreo, con veinte años de alternativa, que sólo acepta una tarde en la feria de Sevilla, acepte como sobrero un pavoroso toro de una ganadería ignota.

Y Ponce pasó las de Caín con aquel ejemplar que miraba y medía y al que a la hora de entrar a matar anunciaba con su comportamiento que no estaba dispuesto a dejar pasar por las buenas al torero en el momento del embroque. Enrique dió un penoso espectáculo con la espada. Antes de tan malos momentos no quiso ni ver al sobrero, a pesar de que en un momento estuvo a punto de amarrarlo con la muleta y poderle, en una de esas faenas suyas a los mansos que tantos triunfos le han supuesto. Pero Ponce tiró la toalla y renunció a plantar batalla. Un signo evidente de que ya no estamos ante el gran lidiador, que nunca pega un petardo. Para su desgracia ese manso lo derrotó sin paliativos y lo puso a correr a la hora de matar.