Se sube encima de un caballo y es capaz de rejonear como el mejor. Como si llevara toda la vida rejoneando. Se sube encima de un caballo de picar y es capaz de coger el mejor puyazo de la tarde. Y todo con un arte algo fuera de lo común. A su lado se respira esa esencia. Andando, fumando sus habanos, hablando, y hasta durmiendo se siente torero. Y es que, ¿hay algún otro torero hoy que viva así su profesión, si es que se puede llamar profesión a esta forma de vida? Yo creo que no. Y el que lo intenta, además se le nota demasiado. Morante es torero por instinto. Ya lo dice él, “soy torero por instinto, torear es mi vida”. (yosoymorantista)