José Tomás ha comenzado a planificar la temporada 2010. De entrada, 26 corridas muy bien seleccionadas. Incluye dos en Madrid, irá a Salamanca y quiere torear en Sevilla. Lo normal sería el Domingo de Resurrección y otra, el Corpus, en la que no haya televisión.
El torero y su entorno han entendido que un año más sin pisar Las Ventas y la Real Maestranza le acarrearía muchas críticas. El matador quiere, especialmente, torear en Sevilla. Álvaro Núñez del Cuvillo tiene la corrida de Sevilla en el campo.
¿Qué puede pasar? De entrada, si José Tomás quiere torear en Sevilla, la empresa Pagés no puede pasar ni un año más sin contratarlo. Ya no valen las excusas. Ni el dinero ni la exigencia de los toros de Cuvillo. Hay que contratarlo como hacen las demás plazas en las que actúa. Es cierto que hay que pagar mucho; es verdad que hay que claudicar ante Cuvillo, al que no se le quiso pagar hace dos años la subida que exigía y ahora hay que anunciarlo en Sevilla.
La afición no entendería unos carteles sin el de Galapagar. Dicen que los maestrantes, propietarios de la plaza, tampoco. Por tanto, sólo queda la negociación. Es lo que tienen que hacer Eduardo Canorea y Ramón Valencia. Si Tomás no está en los carteles, todo el peso de la culpabilidad recaería en la empresa.
El torero y su entorno han entendido que un año más sin pisar Las Ventas y la Real Maestranza le acarrearía muchas críticas. El matador quiere, especialmente, torear en Sevilla. Álvaro Núñez del Cuvillo tiene la corrida de Sevilla en el campo.
¿Qué puede pasar? De entrada, si José Tomás quiere torear en Sevilla, la empresa Pagés no puede pasar ni un año más sin contratarlo. Ya no valen las excusas. Ni el dinero ni la exigencia de los toros de Cuvillo. Hay que contratarlo como hacen las demás plazas en las que actúa. Es cierto que hay que pagar mucho; es verdad que hay que claudicar ante Cuvillo, al que no se le quiso pagar hace dos años la subida que exigía y ahora hay que anunciarlo en Sevilla.
La afición no entendería unos carteles sin el de Galapagar. Dicen que los maestrantes, propietarios de la plaza, tampoco. Por tanto, sólo queda la negociación. Es lo que tienen que hacer Eduardo Canorea y Ramón Valencia. Si Tomás no está en los carteles, todo el peso de la culpabilidad recaería en la empresa.