Una pena. Lejos quedan las tardes triunfales en la plaza de toros de Cañaveralejo para cerrar el año taurino entre faenas, trofeos, champán, uvas y abrazos... además del olor a pólvora que desprendía de los fuegos de artificio que te despedían de la plaza rumbo al hotel a prepararte para despedir el año a medianoche. Recuerdo aquella que viví, al despedir el 1999 con una corrida de José Luis Marca... la de este año leo que no tuvo historia, o sí, que no hará historia.
Aparte de los abrazos al filo de las seis de la tarde, medianoche en España, no hubo nada el 31 de diciembre. El encierro de Ambaló naufragó en la falta de casta y con él se fueron a pique las ilusiones de tres toreros. (Víctor Disuabá)
Cristóbal Pardo, aplaudido en su lote; Joselito Adame, palmas y silencio; y Joao Moura, oreja y silencio.