Por Pedro Abad-Schuster
La novillada que inaugura la Temporada 2010 en la Plaza Nuevo Progreso de la Perla Tapatía, la plaza con el toro más serio del país azteca, está en el link (copiar y pegar): http://www.youtube.com/watch?v=DnwlKfGP3EE&feature=channel
Se publicitó una gran novillada el domingo 15 de agosto 2010 reduciéndose a seis reses, 4 de Torreón de Cañas y 2 de La Concepción, pero la presentación fue vergonzosa; un desfile de mansedumbre y falta de casta, en que la sosería y la intrascendencia campearon sin emocionar en lo más mínimo. Las reses resultaron fáciles y sin importancia alguna ni el menor sentido, con el caminar tan claro como ingenuo.
Buena cuerda trae el chaval colombiano, el antioqueño Juan Camilo Alzate quien merece, con mucho, ser repetido en el siguiente cartel dominguero, porque un joven torero con características tales lo que necesita son pitones para ir tomando rodaje. Mateos y Godoy tesoneros pusieron de manifiesto sus limitantes, pegando pases, y más pases, sin dejar nada digno de recordar. Se motivó al cónclave alternando los tres en un tercio de banderillas brillando más dos cuarteos, el del tapatío y el del colombiano Alzate, con ése par de bisutería efectista pura que es el par al violín. Mateos se llevó dos avisos del noble primero, despenando al cuarto de pinchazo y entera desviada saliéndose del embroque. La actuación de Godoy puede resumirse en detalles por su buen corte, pero cuán difícil le resulta conectar con los tendidos, descollando en el quinto con detalles, cobrando entera trasera de buena ejecución que bien recompensada estaba con una vuelta que al final dio, pero no con la orejita.
Juan Camilo Alzate ha llamado la atención. Tiene actitud y torería, cuerda grande de torero bueno que se gusta a sí mismo y gustándose, lo sabe transmitir, llegándole fuerte al aficionado. Tiene planta, tiene empaque y, fundamental, disfruta en la cara de la res, haciendo un toreo de elegante corte y templadas formas poniéndose en el sitio en el que ponerse debe para ligar, mandando, y darle fondo a su labor. Bien en su toreo al natural rebozándose e hilvanando series hasta de cuatro o cinco muletazos rematadas con auténticos de pecho, que le valieron carretadas de palmas, cerrando con ceñidas bernadinas que se le jalearon fuerte. Si a todo lo anterior se le añade un valor cabal que le hace torear con pureza, sin ventaja alguna, pasándose cerca reponiendo lo mínimo, embraguetándose de verdad, resultó una pena que con la espada no anduviese certero, escuchando un aviso en el tercero cobrando estocada entera baja, y dos pinchazos en el que cerró función. (Fuente: El Informador).