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martes, 24 de agosto de 2010

Video 4ª de Bilbao. Otra lección del genial Morante de la Puebla, con el peor lote.

Por Pedro Abad-Schuster

La seriedad y la exigencia del toro han sido las pautas que han dominado la Plaza de Vista Alegre en este 2010 en Bilbao, y hoy con el excelente encierro de Joselito en la 4ª de abono. Con ese listón tan alto se vienen, en los días siguientes, los dos grandes acontecimientos de la Semana Grande: Morante, El Juli y Manzanares el próximo viernes 27 de agosto 2010 con Zalduendo; y un día antes el jueves 26 Enrique Ponce, El Juli y Manzanares, con Ventorrillo. El inigualable maestro valenciano Enrique Ponce llega ese día a Bilbao como al patio de su casa, a una plaza donde por trayectoria y méritos todo se le valora más. Y para el miércoles 25, los temibles Victorinos estarán frente a Manuel Jesús El Cid, Padilla y Urdiales.

Bilbao. 4ª de abono. La corrida del martes 24 de agosto 2010 está en el link siguiente (copiar y pegar): http://www.plus.es/videos/Toros/Joselito-ganadero-Bilbao/20100824pluutmtor_1/Ves/

5 toros de El Tajo y 1 de La Reina (1º), bien presentados pero desiguales (el 1º justito de trapío), flojos en conjunto, mansos en varas en general (excepto el bravo 2º), y desiguales en la muleta. Embistieron con boyantía, largueza y casta a la muleta 2º, 3º, y 6º; sosos e inválidos 1º y 4º, brusco y sin clase el 5º. Más de dos tercios de entrada.

Morante de la Puebla: pitos, ovación. Sebastián Castella: ovación, silencio. Leandro: silencio, ovación.

Torear no es ligar, aunque la ligazón es –o puede serlo-, un componente más del buen toreo; pero aun sin ligar se puede dominar a un toro, mandar sobre sus arrancadas, llevarlo por donde no hubiera ido de suyo natural, bien templada la embestida, con limpieza, ganarle terreno y rematar los pases a la espalda, no hacia el Mississippi. Torear es hacer todo aquello, asumiendo ese compromiso ineludible de la ética, que consiste, fundamentalmente, en aceptar el máximo riesgo al estar colocado en el sitio de mayor compromiso y fijar la planta para pasarse por la faja los pitones del toro –no las costillas, ni el anca-, con profundidad y largueza, y llegando a componer una estética que eleve ese arte –arte manual, artesanal, fruto de la maestría de la técnica de un oficio a veces heroico- a las más elevadas cumbres de la expresión plástica, artística –ahora entendida como clase y gusto estético capaz de conmover el corazón y la inteligencia-.

Morante ha tenido enfrente al peor lote de la tarde, los dos más flojos –inválidos- del encierro, y pese a ello, y a no trazar esa obra genial que siempre es posible del vuelo de sus telas, pese a la poca clase del único que medio le embistió –el 4º-, ha dejado esos retazos, esas pinceladas singulares, únicas, impregnando toda su labor de esa naturalidad en la que todo parece sencillo. El toro anduvo también escaso de fuerzas, como varios de sus hermanos, pesó 565 en la romana, lució pelaje colorado, ojinegro, bragado corrido, de defensas levemente levantadas, manso y soso, incapaz de ir más que a media altura. Pudo hacer más José Antonio Morante de la Puebla, y más limpio, en ese 4º, no le salió pese al esfuerzo y la reiteración…, pero mostró lo que pudo ser y con esa posibilidad muchos se fueron satisfechos. El 1º fue un inválido incapaz que debió volver a los corrales, bien por su escasez de fuerzas, bien por lo escasito de trapío para un coso como el bilbaíno. Fue del hierro de La Reina, con 535 kilos, capa castaña, chorreado y listón, tocado de velas, degollado y menos que justo de hechuras. Peor por el pitón derecho, anduvo toda la lidia entre caídas y entradas sosas y tardeantes a la muleta de Morante, sin opción alguna.

El 2º para Sebastián Castella, de 552 kilos, un castaño grión, bragado corrido, axiblanco y gargantillo, lució unos cuernos delanteros, cumplió en varas –sobre todo en el primer encuentro, en el que romaneó de veras-, y fue alegre y codicioso hasta el final, aunque no sobrado de fuerzas. ¡Qué hubiera realizado de tenerlas! Un gran toro muy desaprovechado por el francés. Se le fue el mejor toro de la corrida, el 2º, porque empeñado en ligar se olvidó de torear, de mandar, de estar mínimamente colocado en las series –citando a veces desde los costillares del toro-, siempre periférico para metérselo cuando los cuernos tiempo ha habían pasado. La ligazón le llegó al público que jaleó bastante el muleteo, pero al aficionado le defraudó la falta de compromiso y de mando, sometimiento y creación artística de un trasteo de maestro artesano, no de artista. No fue el mejor el 5º, brusco y con menos clase, un tostado listón que alcanzó los 602 kilos en la báscula. Pero tampoco le vimos lo suficiente en la muleta de Castella, trapazos por doquier que sublevaron a la gente, aunque punteaba casi siempre sin terminar de humillar –o sin que lo humillasen-.

Tampoco bajó el listón el 3º, para Leandro con 585 kilos, un castaño con armas por delante, que, sin cumplir en varas, se mantuvo noble y boyante, yendo al toque largo y con riñones, repitiendo hasta el final. Si a Leandro le hubiera dado Dios más corazón y entereza para cuajar series completas, hubiéramos visto algo verdaderamente grande. El 6º, para Leandro, fue otro de los grandes de espíritu, con 576 kilos, negro listón, delantero de pitones, manso en varas pero boyante, alegre y noble en la distancia. ¡Vaya manera de arrancarse desde diez o quince metros y acudir con todo a la muleta de Leandro! Muy generoso y entregado en la distancia, metiendo la cara desde que salió, con extraordinario recorrido, sólo protestó en las dos tandas finales. Un toro que galopaba en la distancia para rematarse tres metros por detrás del diestro, y donde llegaron –ahora sí- algunas tandas más redondas, colocado el matador al hilo, con clase, metiéndoselo con gusto desde fuera, pero sin terminar de levantar al público en un cuarto muletazo que el toro y la grandeza del arte le exigían en cada tanda. La faena se vino un poco a menos cuando, en las postrimerías acortó distancias y le protestó más el toro, aunque los adornos finales lucieron clase y estética. Un feo pinchazo muy bajo y atravesado, un aviso y cuatro descabellos para una faena que, no siendo mala, no terminó de alcanzar el nivel que exigía el toro y la plaza de Bilbao. Fuente: cope

Fotos 4ª: http://www.mundotoro.com/auxiliar/galerias2010/Bilbao240810/fs_aux.html