Por Pedro Abad-Schuster
Domingo 8 de agosto 2010. Final de las novilladas nocturnas de promoción de Las Ventas de Madrid. Un tercio de entrada. La corrida se vio por internet en el mundo entero. Triunfador con una oreja resultó el mexicano Juan Pablo Sánchez, próximo a tomar la alternativa el 18 de septiembre en Nimes. Su puesto ganado para las novilladas de otoño en Madrid será cubierto por Damián Castaño. La de esta tarde ha sido novillada desigual en comportamiento, pero con algún novillo mucho más aprovechable que el resultado final mostrara. 6 novillos de Montealto, bien presentados, mansos, desiguales de juego en conjunto.
Juan Pablo Sánchez: ovación, oreja, aplausos. El 1° fue un bravucón que manseó en varas y pareció acometer a la muleta con intermitencias, brusco al principio, a veces con codicia, otras medio rajándose al final de los lances, punteando algunas veces o yendo con la cara más alta en los finales del trasteo; al final se terminó de definir rajándose definitivamente. El mexicano Juan Pablo Sánchez, aseado, pero sin decir gran cosa, fue pasándolo sin demasiada limpieza, ligando a base de echar la pierna atrás en alguna ocasión, colocado al hilo o algo fuera, y sólo mejorando en serie y media con la zurda en las postrimerías. Tras una entera, contraria, con pérdida del trapo y un descabello, escuchó una ovación.
El mejor del encierro fue el 4°, un novillo acucharado de cuerna, negro listón, que tampoco cumplió en varas, pero que llegó con clase, nobleza y embistiendo al final; sólo faltó que la faena hubiera tenido la misma profundidad y el mismo tono –cuando menos- de las series iniciales a derechas. Sánchez cortó generosa oreja, la única del festejo. La faena tuvo intensidad y transmisión en las tres primeras tandas a derechas, colocado ahora al hilo y llevándoselo algo en redondo con mano más baja y mayor capacidad de llegar a los tendidos. Más floja le saldría la serie con la zurda y a partir de ahí se diluyó algo lo realizado en una faena a menos. Es verdad que ligó –con el paso para atrás para alargar el pase, pero dejando paso al bicho-, pero le faltó mayor profundidad y distancias a un novillo que iba y venía con nobleza. Acabó con unas manoletinas populares y tras de cobrar una estocada entera, algo caída y con desarme, le entregaron ese trofeo por una faena a menos con un espadazo deficiente.
El 6°, Juan Pablo con este último –que mató por Castaño- no terminó de poder a un manso con poca clase y menos juego, que entraba con la cara levantada y apenas pasaba completo, con alguna brusquedad y al paso muchas veces. Porfió a la búsqueda de la puerta grande, pero sin resultados efectivos, y lo despenó de una entera, atravesada y caída, por salirse de la suerte.
Damián Castaño: ovación en el 2°, el único que mató, herido en el muslo derecho al entrar a matar a su primer novillo (el parte médico indica: "herida por asta de toro en cara anterior del tercio superior del muslo derecho, con trayectoria de 20 cm que causa destrozos en el recto anterior -camino de la cadera- y contusiona arteria femoral. Pronóstico grave que le impide continuar la lidia). La cornada se produjo porque, en la suerte suprema, no terminó de vaciar a un toro que se le vino alegre al cite, y tras de sufrir un revolcón previo –por lo mismo- en un primer pinchazo. Este fue el mejor novillo en conjunto, pese a que también manseó en la cabalgadura, pero llegó con mejor son y condición al último tercio. La faena, comenzada con unas verónicas aceptables, tuvo la virtud de ligar y llevarlo mejor al natural, más despegado y desde fuera con la derecha; pero no fue maciza, ni limpia siempre, a veces en tandas de tres a lo más y el de pecho, cuando el novillo ofrecía más.
Antonio Espaliú: silencio tras aviso y silencio. El 3° fue un jabonero, manso en conjunto que casi llegó a cumplir en varas, para meter la cara con algo de sosería en la muleta, sin problemas, pero sin exceso de casta. Lo más destacado de Antonio Espaliú fueron unas verónicas, largas, interesantes, con mucha estética –es verdad que componiendo algo la figura- rematadas con una soberbia media. A ese novillo le toreó con naturalidad y desenvuelto en los comienzos, pero con algún mayor envaramiento en ocasiones al final. El jabonero iba y venía, metía la cara, pero le faltaba un poco de transmisión, algo soso y escasito de casta, y eso se notó en el trasteo, no acabando el sevillano de ponerle la sal precisa al guiso. Tres pinchazos bajos, un aviso y media caída y atravesada dejaron la cuestión silenciosa. En el 5° –corrió turno por el percance de Castaño-, nada pudo hacer con un animal que daba constantes cabezazos, brusco y sin clase alguna, llevando la cara siempre alta. Una casi entera, algo desprendida, trasera y tendida. (Fuente: cope).