jueves, 3 de junio de 2010

2ª: Beneficencia. Capote de Morante en la historia de la Tauromaquia.

Por Pedro Abad-Schuster

Declaraba Morante sobre la tarde histórica en Madrid -link del podcast- http://www.cope.es/toros/02-06-10--morante-puebla-emocion-es-lo-que-mantiene-toreo-175554-1

El video con la opinión de los aficionados está en link (copiar y pegar): http://www.burladero.com/sanisidro/videos/011921/opinan/aficionados/corrida/beneficencia

El video de la 2ª de Aniversario - Corrida de la Beneficencia - está en el link: http://www.plus.es/videos/Toros/Gran-tarde-toreo-capa-Corrida-Beneficencia/20100602pluutmtor_1/Ves/

Madrid, miércoles 2 de junio 2010. No cabía un alfiler. Toros de Núñez del Cuvillo: justitos de presencia en general, dejándose pegar en varas, descastados 1° y 6°; yendo a menos el 4°; nobles y boyantes 2° y 3°; sin clase el 5°.

Morante de la Puebla: silencio, ovación. Cayetano: división, silencio. Daniel Luque: vuelta, silencio.

No tuvo suerte el diestro José Antonio Morante de la Puebla de Sevilla en el sorteo, a él fueron a parar los dos de menores posibilidades del encierro. Pero eso no importa. Tan grandes fueron sus verónicas, sus chicuelinas, sus medias, sus delantales, que incluso contagiaron a los más aprestados vuelos de los capotes de Luque y Cayetano. Tiene José Antonio Morante entre sus manos un tesoro de gracia, de fragilidad, pero a la vez de peso y dimensión de eterno arte. Su manejo del capote sólo pueden igualarlo unos pocos escogidos a lo largo de la historia. El vuelo de su capote, hoy hecho mármol en la plaza de toros de Las Ventas en un quite por chicuelinas, es inigualable. Los capotazos de Morante –morantianos- marcan a su vez, en su etérea fragilidad de un instante, ese canon del toreo de capa. En su misma esencia son, han sido, aleteo fugaz, vuelo sublime pero delicado, encauzando y envolviendo la mirada y la intención del toro para llevarlo a otro lugar, y al público a otra dimensión. La dimensión del toreo, no de la sucesión de pases. Torear, eso es lo que ha hecho Morante con la capa. Morante impuso el canon en la ejecución de chicuelinas, verónicas, delantales o medias. Se podrá discutir si las chicuelinas de Paco Camino o Manzanares, Chicuelo o Antonio Ordóñez fueron o no superiores; personalísimas todas ellas en su concepción y bellísimas en su realización. Pero ese vuelo, ese aleteo del capote del de la Puebla no ha tenido parangón, discúlpenme. Es de otra dimensión. De la dimensión ética de lo metafísico, sobrenatural, prodigioso.

El 1° para Morante de 566 kilos, negro listón chorreado, tocado, bravucón en varas que embistió para ir perdiendo su poca casta y acabar distraído. Con el toro muy parado de salida, Morante lo aguantó bien en los capotazos iniciales, pero había mayor opción sino la firmeza mostrada. No hubo quites en éste, y llegado al último trance, supo el diestro sevillano retenerlo pese a las intenciones de rajarse o irse de la muleta del animal. Quizá por no romperlo y agotarlo, porque le durase algo más, no terminó de meterse con el toro, colocarse en su lugar y llevárselo a la espalda, sino que tiró líneas que dijeron bien poco al respetable. Yo hubiera preferido que le obligara y mandara so pena de que durara dos tandas. Me gustó un natural mandón, por fin, mediado el trasteo, intentándolo después de uno en uno, pero el bicho salía las más veces con la cara alta y distraído. Un metisaca bajísimo, un aviso y un pinchazo desprendido, saliéndose de la suerte motivaron esos pitos.

El 2° de la tarde para Cayetano, un toro colorado ojo de perdiz, de 544 kilos, tocado, manso pero noble, boyante y que acabó ahogado en las cercanías por la incapacidad de Rivera Ordóñez chico de torearlo en la distancia que pedía. Lo paró con alguna verónica aceptable, y quitó por esas interesantes tijerillas. Pero con la muleta siempre fuera, despegado, utilizando el pico para despedirlo al más allá, apenas vimos un lance a cámara lenta que valió algo en un toro extraordinario para la franela. Media a lo cinegético se lo quitaría de en medio.

El 3° para Daniel Luque de Sevilla, negro chorreado, con 524 kilos, escaso trapío y dos puntas por delante, manso en varas pero embistiendo con clase para acabar agotado en la lid. Tras la segunda vara salió Morante y dibujó ese precioso, profundo y perfecto quite por verónicas; replicó Luque con otras con dos de buena factura; y ahí tuvo la enorme generosidad de permitir e invitar a Morante a que repitiera, y esculpió éste unas chicuelinas eternas, de gracilidad exquisita, gusto y calidad inmejorables, y Luque, osado pero consciente, repitió por nuevas chicuelitas, dando una buena réplica al canon morantiano. ¡Bravo! La plaza se puso en pie en la ovación. Luego su labor con la muleta no terminó de estar a la altura de esas enormes expectativas, despegado, usando del extremo de la muleta para llevarlo algo periférico y casi nunca bien colocado. Terminó dándole medios pases a medida que el toro se iba, lentamente, apagando, y culminó en un arrimón que supo a poco. Un pinchazo por arriba precedería una estocada entera, de buena factura.

El 4°, Morante nos regaló unas verónicas de clase superior a los medios, ganado terreno, pese a que el toro no tenía demasiado viaje. Era un jabonero sucio con 555 en la romana, y tocado de armas. Manso en varas, se vino a menos rápidamente, quizá por el exceso de castigo en el primer encuentro con el séptimo de caballería. Si buenas fueron las verónicas salutatorias, mejores fueron los delantales, que en contra de lo habitual, no fueron lances por los que el pasa el toro a su aire, sino mandones y toreros, embebido el animal en su vuelo, y evitando que saliera suelto; rematados con una media excelsa, sacando la cadera para enroscarse al toro sobre ella. Se lo sacó a los medios, colocado, pero el toro tenía poco gas, y acortaba sus arrancadas en cada tanda, hasta quedarse un poco corto y revolverse incómodo en ocasiones. No acabó de confiarse José Antonio, y más fuera que en el inicio, lo pasó sin continuidad, mientras se desinflaba el bicho, antes de recetarle una estocada trasera y algo caída, sacando rota la taleguilla de un pitonazo.

El 5° fue otro toro posible para Cayetano, de 560 en la báscula, negro listón y justo de presencia, que embistió aunque con la cara un poco alta. Ni capote ni muleta le vimos en éste, en un toreo telegráfico, por aquello de la enorme distancia cubierta por el mensaje del trapo rojo. Y con la espada otro tanto: hasta cinco pinchazos con el brazo por delante, los tres primeros caídos, antes de un descabello.

En el 6° para Luque, toro castaño de 546 kilos, manso y con poca clase y casta, poco le veríamos. Hizo un quite por el lance de Chicuelo, más parecido al inicial de su segundo que al siguiente, al vuelo y rebufo del morantiano, y siguió sin claridad, sin terminar de colocarse, con pico y poca profundidad en una labor más de cantidad que de calidad. Un final con medios pases, de no poca vulgaridad, y una buena estocada tendida y un poco trasera para ver como el toro doblaba en terreno de toriles. Fuente: cope

Fotografías de la Beneficencia (copiar y pegar): http://largacambiada.blogspot.com/

http://www.mundotoro.com/auxiliar/galerias2010/madrid020610/index.html - (clickear F5 y luego pinchar en esquina superior izquierda para ver imágenes una por una) -