viernes, 3 de abril de 2009

Desilusión

Me llega este apunte por mail de Laura Resendiz, en el cual la cronista colombiana Andre López explica su desilusión ante la temporada taurina en Medellín, concretamente por el caso del ganado del maestro César Rincón, que al parecer eclipsó la pública recordación de cualquier otro hecho taurino a destacar, como la comparecencia de Morante de la Puebla, a la postre declarado triunfador del ciclo. Aquí la e-misiva.

En días pasados, en el supuesto foro que se convirtió realmente en un espacio para desahogar nuestras decepciones, el Doctor Santiago Tobón nos reclamaba el no destacar las cosas buenas ocurridas en nuestra feria. Nos preguntaba si habíamos olvidado a Morante y obviamente la respuesta es negativa porque esa faena simplemente quedo tatuada en nuestro sentir taurino. Entonces me preguntaba, ¿qué ocurrió? ¿Por qué parecemos haber olvidado a Morante para sólo recordar los mini toros de Las ventas? Pues luego de darle algunas vueltas al asunto he encontrado mi muy personal respuesta y creo que simplemente se trata de despecho.

Confieso pública y abiertamente mi dolor y como cualquier mujer despechada he decidido presentar aquí mis descargos contra ese ser al que amé con locura y del que hoy me siento profundamente decepcionada.

Amado César, hoy recuerdo como nació este gran amor hace más de veinte años cuando me consumía la ira escuchando a los sabelotodo de los toros renegando de los toreros colombianos. Yo en esa época era una niña que acompañaba a su papá a estos espacios pero sin derecho a opinar. Cuando salíamos desahogaba mis furias con mi padre quien apenas sonreía y me pedía no desgastarme con bobadas. Entonces llegó tu primer triunfo en Las Ventas y le callaste la boca a todos aquellos que jamás apostaron por ti y me diste la razón a mí que desde siempre te había amado en silencio.

Vinieron más triunfos, nos seguimos encontrando muchas tardes en diferentes plazas y aunque nuestros encuentros eran esporádicos, tu siempre supiste como alimentar este amor que se convirtió en un sentimiento incondicional y desmedido. Luego llegó tu enfermedad y detrás de ella los atrevidos que predijeron el final de tu carrera y aseguraron que jamás torearías como antes. Para entonces nuestro amor ya estaba muy fortalecido y ahí si me enfrenté a todos y también aseguré que podrías ser mejor que antes.

El tiempo me dio la razón… Llegó el momento de tu despedida y en un acto de egoísmo me senté a escribir para suplicarte que no te fueras. Luego hablé contigo, te vi torear y entendí que ya era tu momento para decir adiós y mi mayor acto de amor fue aceptar tu partida. Lo que ocurre ahora, querido César, es que tu quieres regresar para conquistarme de otra manera pero la forma como lo has hecho me ha decepcionado tanto que casi me ha hecho olvidar lo momentos tan maravillosos que compartimos.

Verte salir casi a hurtadillas de La Macarena es el mayor acto de cobardía que he visto en una plaza y me rompiste el corazón. Que pretendas aprovecharte del cariño y el respeto de los toreros que exigen tu ganadería presentando toros anovillados me ha causado una gran decepción.

Así mi amado César que lo que quiero pedirte es tiempo. Dame tiempo para sanar las heridas que me has causado y mientras yo me sano, tu soluciona los problemas que tienes con tus suelos y revisa la capacidad de tu ganadería para que así puedas asistir a las plazas sólo con buenos encierros. ¿Te parece si nos damos un plazo y en el 2011 hablamos haber cómo están las cosas?

No te pido nada extraordinario, simplemente demuestra que puedes seguir siendo grande como ganadero. Acepta mi propuesta y te aseguro que todo lo que hoy siento quedará atrás. Entonces renacerá nuestro idilio y no sólo recuperarás mi amor sino el de todas aquellas con las que te he compartido. César, te lo suplico. emuéstranos que sigues siendo el maestro que fuiste hasta hace un año y que no te has convertido en un ganadero mediocre y ventajoso.

Con cariño, Andrea López

APUNTE: Vi la corrida a la que Andrea se refiere y -a los peruanos que allí estuvimos- nos sorprendió la presentación del ganado para una plaza como Medellín. Sin embargo, tuvo calidad y nobleza pero lamentablemente, porque todo hay que decirlo, careció de fortaleza de remos, evidencia de que algo va mal en cuanto a la alimentación o suelo, o la selección. Algo de eso comentó el ganadero en su finca... y lo que me extrañó entonces fue, que no mostró demasiada preocupación en buscar el remedio sino conformarse con la "endemia", si cabe el término.