Así lo relata Leopoldo Portilla: Y lo grande vino con nuestro máximo crédito Luis Bolívar tanto con el capote como con la muleta. Sin duda es el emblema de la ortodoxia y la pureza. Estamos muy seguramente en el mediato futuro ante una gran figura, la exposición hecha ante sus dos ejemplares dejó sin respiro a los asistentes. Con la ejecución de los lances a la verónica de una extrema cadencia y en los quites por tafalleras, en los cuales entró a repostar el sevillano pero sin la esencia de lo que tenía vendido, sin rematar tuvo que refugiarse rápidamente en el burladero. Arrancó Bolívar los primeros aplausos. Citó de largo para iniciar con la franela y le prodigó varias tandas por ambos costados de muy buenos trazos. No cayó la espada en el sitio ideal pero Usía le otorgó una oreja. Salió el quinto que le brindó al maestro César Rincón y vino lo grande y lo serio. Inteligente, desahogado, en la ejecución de los pases por el pitón derecho con profundidad y sentimiento puso en silencio a los tendidos. Con la de cobrar no estuvo inferior. Es el toreo de verdad el que los exigentes aficionados saborean y que están convirtiendo a Bolívar en ídolo. Dos orejas que paseó con la sonrisa a flor de labios en medio de una ovación de gala.