@magalyzapata
De noche todo los gatos son pardos fue lo que respondí la noche del 28 de enero en Acho cuando intentaba recuperarme del bofetón que me supuso entrar y encontrarla así de bella, iluminada artísticamente.
Y es que, creíamos mis amigos y yo, que el milagro se había obrado y que Acho se había recuperado de tanta dejadez, porque sabíamos que la habían pintado. Manita de gato fue porque a dos días, el 30, entramos otra vez a su ruedo y la luz del día nos descubrió la verdad. Nada había cambiado. Fue la mágica luz de las velas y ciertos reflectores mirando sus arquerías los que nos habían ocultado su verdad.
Como es verdad que la Beneficencia no tuvo la voluntad de hacer nada, sí, nada, para celebrar en su fecha los 250 años de Acho. No es de recibo decir que porque la empresa se fue o porque en el verano la gente se va a las playas. Porque al llamado de un buen cartel, de tronío, de figuras, y del emergente Roca Rey, apuesto mi cabeza que era un lleno total, más si se convocaban a las figuras legendarias aún vivas que triunfaron en Acho. Era cuestión de tener voluntad y organizarlo con el tiempo necesario y no lavarse las manos como ha sucedido. Una lástima que hoy no tengamos un Presidente Belaúnde que como en los 200 años ordenó a la Beneficencia asumir la organización de las celebraciones.
Como verdad es también que, entre los del medallero entregado esa noche, que bien estuvo en los que fueron, mal estuvo en los que no estuvieron. Y por recordar, a fuerza de dejarme alguien en el tintero, me atrevo, me arrimo, echo el resto porque no era premiación era un reconocimiento por transitar y estar activamente en bien de nuestra fiesta, de nuestra historia, de nuestra tradición.
Y por eso me pareció nada justo que, por ejemplo, no se reconociera a los empresarios peruanos todos, aunque recibieran sus descendientes (que sucedió en algún caso), que gestionaron la Feria del Señor de los Milagros porque en su momento aportaron con empeño y dedicación, entre ellos a don Nazario Villafuerte que regaló a la afición la feria más larga que jamás haya vivido y este año celebra sus 40 de empresario taurino.
Por qué no al picador Cesar Caro (si se reconoció otros de plata), siendo de lejos el mejor profesional a caballo y otros que idealizó la afición como Mikulak o algunos más antiguos, o los de plata que faltaron, nombres como Fernando González, El Tata y Dennis Castillo.
Por qué no al Centro Taurino de Lima, que de 250 años de historia de Acho, 117 animó con su afición la fiesta en nuestra ciudad, incluso en tiempos tempestuosos en que las autoridades políticas querían abolir la tradición.
Por qué no reconocer a otros revisteros o cronistas como don Raúl de la Puente, por su página taurina en La Prensa, a Raúl Aramburu por los muchos años dedicados a la información en Expresó y 6 Toros 6, al fallecido Marqués Valero de Palma por su culta pluma y deliciosa prosa de gran taurino vivido y conocedor que se publicaba en Caretas y con él también y porque no a dueños de esos medios como el recordado Enrique Zileri, que sin su afición no se publicaría más esas páginas. Ídem con el recordado Alejandro “Jan” Miro Quesada y el Ingeniero Bartolomé Puigross, o don Aurelio Miró Quesada quien nos descubrió la fecha de inauguración de Acho en el recordado Bicentenario.
Por qué no a don Ángel Parra que creó mucha afición entre varias generaciones de aficionados con sus trasmisiones, programas y corresponsalías internacionales, como también las de Forero, Ráfagas y Carbonell que permitió trasmisiones en vivo y en señal abierta.
Y por qué no a César Paredes tempranamente fallecido pero que vivió su afición aportando conocimiento, profesionalismo y rigurosidad periodística nunca antes empleada en envíos y programas periodísticos. Y porque no a Manuel González, el mejor promotor audiovisual de la historia de nuestra fiesta, con más de 30 años dedicados a ello.
Por qué no a dos o tres representantes de cada Peña con acreditado número de años en nuestra historia, era justo y necesario. Por qué no a un número de abonados que evidencian muchos años en sus asientos, que los hay, con 10, 20, 30, y hasta 50 años poseedores del mismo asiento en el mismo tendido.
Por qué tan poca memoria. Por qué tan poca generosidad. Por qué tanta mezquindad. Era el momento de ofrecer esas medallas a quienes con su afición han dado vida a nuestra cultura taurina, a nuestra historia y a nuestra plaza. Qué pena que la Beneficencia, su presidente y su comisión hayan dejado escapar esta ocasión para cumplir con los que se debía cumplir. Ya habrá quien diga que me quejo por mí, otra vez falta de grandeza. La pena es que muchos que con sus méritos debían estar en ese palmarés tendrán que esperar otros 250 años para recibir un merecido reconocimiento.
Ya lo decía, que de noche todos los gatos son pardos y que, como dicen por ahí, no es oro (o plata, que eran medallas de plata), todo lo que reluce.
COMENTARIOS QUE NOS LLEGAN...
Gina Campos Mellado Muy
acertado comentario, creo que entre los periodistas taurinos falto
mencionar al desaparecido Sr. Carlos Cortes Salas quien por mas de 20
años difundió la fiesta brava en su programa dominical " La Hora
Taurina".