Burladero por MIGUEL ÁNGEL MONCHOLI
Los de Flor de Jara y, al menos Jiménez Fortes y Víctor Barrio, dejaron claro su pertenencia a la otra generación Ni-Ni. La torera.
Los de Flor de Jara, santacolomeños criados en la otrora tierra de toros madrileña, "ni" aburrieron, "ni" dejaron indiferentes a los parroquianos que casi llenaron Las Ventas. La clave: la casta. Y con ella, el compromiso para quienes se pusieron delante.
Casta, y por momentos bravura, demostrada en el caballo. Como en el caso del tercero, cuya pelea en varas tuvo su buena réplica en Luciano Briceño que aguantó la embestida de largo, -entregada embestida-, señalando arriba y aguantando con buena monta la pelea.
En el caso de Jiménez Fortes y de Víctor Barrio, porque "ni" dejaron el valor en el hotel, "ni" se mostraron conformistas. Tuvieron defectos ¡pues claro! ¡por algo son novilleros! Pero lo intentaron pese a recibir lo suyo cada uno.
El uno, Fortes, incluso en forma de cornada. Pese a la cual se mantuvo en el ruedo. Colada por el izquierdo ¿reparado de la vista? ¿nube? ¿pajazo? Los veterinarios me confirman que no. ¿Entonces? Sencillamente: avisado. Sabía que podía hacer presa. Las dos veces por el izquierdo. Sencillamente porque encastado desarrolló sentido.
El otro, Víctor Barrio, en forma de voltereta sin que llegara a calar. ¿Y por qué se lo llevó por delante? Sencillamente porque Barrio se lo echó encima en la media de rodillas. Y sobre todo porque la casta no perdona.
Claves de una tarde en la que hubo emoción, porque hubo casta y entrega de quienes dejaron claro su pertenencia a la generación Ni-Ni torera.
