No parecía que podría hacer algo y lo hizo. Un toro que se le veía sin clase, salía con la cara arriba hasta banderillas y luego la poderosa muleta de Juli a la primera y en la mano, lo hizo pasar por abajo y el toro se entregó, se tragó, los muletazos humillando, todo lo que Julián quiso barrer el la arena con el trapo, así conjuró por un lado el viento y por otro, descubrió el fondo bueno, de casta, del Cuvillo, que tuvo fijeza y repetición sin bobería.
Lo exprimió por el derecho, por el que se condujo mejor, en series llevandolo muy toreado y sometido, además de templado. Mandó. Un estoconazo de los suyos y a tablas. Respuesta de figurón del toreo. Petición y oreja.