Estaba yo paseando en el ‘Buenos Aires bus’ aquí en 'la citi',
y de pronto oigo en mi audioguía… aquí
existió una de las dos plazas de toros que tuvo la ciudad de Buenos Aires. Pero ¡che, qué descubrimiento! me dije, algo
había oído pero no tenía idea de dónde, de cuándo, de porqué ya no, pero se fue
que pasé por las calles donde existió una de ellas, lo que me hizo llegar a la
casa de Tali, donde me alojo, abrir mi lap, gorrear su wifi, y empezar a
guglear y voilá.
Encontré algunas referencias para cliquear y me puse a
ello. Según el diario La Nación, en la
zona de Retiro, las corridas y sus corrales eran un gran atractivo en la época
de la Colonia, porque Buenos Aires sí tuvo su plaza de toros, según Roberto
Elissalde.
LA NACION
“El 25 de junio de 1801 el alarife Francisco Cañete -el
mismo que levantó la Pirámide de Mayo- con su hermano Carlos, comenzó la
construcción de la Plaza de Toros en el Retiro. El 26 de enero de 1801 estaba
finalizada la obra. De forma octogonal, tenía capacidad para 10.000
espectadores, y algunos palcos con sombra, otros no; lo mismo que las
graderías, y también "oficiales" para el virrey, el Cabildo, la Real
Audiencia, que eran adornados especialmente cuando esos funcionarios los
ocupaban. Buenos Aires tenía una plaza de la que se podía jactar… La calle del Empedrado (hoy Florida) aunque
por pocas cuadras era el camino que transitaba casi una cuarta parte de la
población para llegar a la Plaza, a presenciar el espectáculo taurino. Para
acceder abonaban desde 4 pesos los palcos, a 2 reales la entrada común”.
Cuenta La Nación que “en el Telégrafo Mercantil se anunció
por primera vez para el 14 de octubre una corrida, en celebración del
cumpleaños de Fernando, el príncipe de Asturias” y que los toros "que son
los más acreditados de estos países y eran de la estancia de don Victorino
Cheves (Luján). El que llegaran de esa zona respondía a que se criaban toros
criollos más ariscos y bravos, los que en general eran animales sumamente
ágiles, como los de la estancia de don Juan Pablo Méndez, que por años los supo
proveer para las corridas en esa Villa, en la que a falta de un lugar adecuado
se corrían frente al Cabildo, cuyos balcones hacían de palco oficial”.
El recinto ubicado en la Plaza San Martín, en 1819 fue
demolido para dar lugar a los cuarteles del Retiro.
BUENOS AIRES ANTIGUO.COM
La primera noticia fehaciente de una corrida de toro en la
"ciudad de la Trinidad Puerto de Buenos Ayres" que tuvo lugar el 11
de noviembre de aquel 1609 como parte de las festividades en honor de San
Martín, patrono de la ciudad y lo reseñan en el Acta del Cabildo del día 26 de
octubre del año 1609. Frente a él se formaba el "ruedo" en el que se
realizaban las corridas. Las bocacalles se cerraban con carretas y una
empalizada improvisada hacía las veces de perímetro. Fuera de él se instalaba
el pueblo en rústicas graderías y palcos armados con tablas sujetados con
tientos de cuero.
La actual calle Bolivar, en su nacimiento sobre la Plaza
Mayor, se convirtió en el primer "encierro" o "toril" desde
donde se lanzaban los toros al ruedo.
Hasta 1793 en que se inauguró la Plaza de Toros de
Montserrat, las fiestas taurinas, con las que se celebraban los cumpleaños del
rey, las festividades del patrono o la recepción de un nuevo obispo, gobernador
o posteriormente virrey, siguieron realizándose en las improvisadas plazas de
toros de la Plaza Mayor, frente al Cabildo. Incluso se siguieron realizando
después de la esa fecha. Entre noviembre de 1795 y enero de 1796, bajo la
protesta de los propietarios de la plaza de toros de Montserrat que la
consideraban una ruinosa competencia, el Cabildo organizó doce corridas en
honor al nuevo y efímero virrey don Pedro de Melo y Portugal de Villena. La
concesión otorgada a los dueños de la Plaza Montserrat era por cinco años y
vencía en 1798. Ante el reclamo de los vecinos, se ordenó su demolición a
principios de 1799. Así moría la primera plaza de toros construída
específicamente para tal fin.
Pero plaza de toros, lo que se dice "plaza de
toros", fue la que se inauguró el 14 de octubre de 1801, en el Retiro (hoy
Plaza San Martín), construída por el marino Capitán Martín Boneo en homenaje al
cumpleaños del Príncipe de Asturias, heredero del trono de España. El rey era
entonces Carlos IV y el virrey don Joaquín del Pino.
Coso de Montserrat |
Más de 40.000 pesos costó su construcción, capaz de albergar
a casi diez mil espectadores. Era de forma octogonal, construída con ladrillos,
y se asemejaba a las mejores plazas de la España peninsular. Sus tribunas altas
estaban hechas de tablones (como las viejas canchas de fútbol). Por una galería
se ascendía a los palcos, separados unos de otros por tabiques de madera.
Constaba con todas las dependencias de las grandes plazas: corrales, toril,
enfermería y hasta la tradicional capilla enla que el torero, antes de salir al
ruedo, se encomendaba a la Virgen y sus santos predilectos. También contaba con
dos cuartos con rejas, que funcionaban como cárcel donde se encerraban a los
rateros y mal entretenidos, en especial a los espontáneos. La última corrida de
que se tiene noticias ocurrió el 11 de noviembre de 1809, según lo que nos dice
el célebre autor de "Tradiciones", el Dr. Pastor Obligado. Siete años
más tarde, el 16 de enero de 1816, se inició la demolición de la plaza de
toros.
ARCONDEBUENOSAIRES.COM.AR
En esta página señalan que se prohibieron porque “el
amontonamiento de la gente que producían disturbios y los vecinos solicitaron al
Virrey el traslado del coso a otro lugar que estuviera fuera de la ciudad. Así
es como se elige El Retiro para instalar la nueva plaza de toros, inaugurada el
14 de octubre de 1801. Las corridas en
El Retiro se prohibieron en 1819 porque el General Eustoquio Díaz Vélez las
suprimió. Además ordena que la plaza
fuera demolida.
Señala esta página que “Ignacio Lucas Albarracín, sobrino de
Sarmiento, creó la Sociedad Protectora de Animales en 1869. Inició campañas para prohibir las corridas de
toros y la práctica de tiro a la paloma en el país. Logró, en 1885, que las frecuentes riñas de
gallos dejaran de ser legales…”.
APUNTE: Paradójicamente, dejaron de torear toros pero no de
criarlos para el negocio de la carne.
Siempre existe en este aspecto la ‘doble moral’ o el ‘doble mensaje’. Alguien debiera echar otro vistazo a la
historia para saber si el sobrinísimo del general Domingo Faustino Sarmiento,
hubiera tenido éxito en sus fobias y prohibiciones, de no haber estado su tío
transitando por el primero año, o segundo de su cargo de presidente de la
república. Incluso, saber que había
detrás de sus fobias o afanes prohibicionistas… ahí lo dejo, aunque de hecho y visto lo visto, tanto ayer como hoy, se mezclan los intereses políticos (y quizás los personales, lo que hoy se llama 'tráfico de influencias') para prohibir o quitarle al pueblo su diversión, su tradición, su identidad, coactando su libertad.