@magalyzapata
Fermín Sanz de Santamaría, ícono de la fiesta brava colombiana, murió ayer en Bogotá tras larga enfermedad, tenía 87 años. Heredero del hierro Mondoñedo fundado por su abuelo, constructor y primer propietario de la plaza de toros que lleva su apellido.
Ganadero de ley, recibió de sus mayores una ganadería de casta Santacoloma y siguiendo su corazón la cambió a sangre Contreras por vía de Hermanos Peralta, convirtiéndola en la más reputada por trapío y raza del país. Condición excelsa, que a cambio de la justa recompensa recibió castigo no pocas veces.
Señorío y afición, podría ser la síntesis de su vida ejemplar. Había recibió el último brindis el 23 de enero de este año en la plaza de Puente Piedra. Se lo hizo Luís Bolívar con el 4º de la tarde, poniendo las dos rodillas en tierra frente al muy armado "Viajero" de Guachicono, no era para menos.
Y la última ovación clamorosa en el ruedo de la plaza de Bogotá, el 5 de febrero de 2012 al terminar la extraordinaria corrida que que lidiaron Ramsés, Bolívar y Naranjo, en la cual cinco toros fueron aplaudidos de salida y arrastre y al 4º "Bienvenido" Nº 504, negro, de 510 kilos, se dio vuelta al ruedo.
Sería su despedida del secuestrado coso. En esa ovación atronadora iban el respeto, el afecto y la gratitud no sólo por el gran encierro sino por toda una vida honrando la cría del toro de lidia.
La afición colombiana tiene hoy motivo para llorar. Se ha ido para siempre uno de los suyos, quizá el que mejor encarnaba las altas virtudes de la fiesta.