sábado, 17 de abril de 2010

Video. 8va de Sevilla. Rompió Sevilla. Cumbre de El Juli.

Por Pedro Abad-Schuster

Sevilla, viernes 16 de abril de 2010. Tarde lluviosa. Casi lleno. El video está en el link: http://feriastaurinas.plus.es/player_video.html?xref=20100417pluutmtor_1.Ves

6 toros de El Ventorrillo, bien presentados aunque algo desiguales, mansos, de juego desigual, entre el noble y encastado 1ro y el 6to. Julián López El Juli: oreja y dos orejas. Sebastián Castella: silencio y silencio. Miguel Ángel Perera: silencio y silencio.

El Juli y la trascendencia del toreo de verdad. Julián López El Juli hace realidad su sueño once años después y sale por la Puerta del Príncipe. Sevilla vió la extensión, profundidad e intensidad del quehacer de un torero, que se establece, ahora sí, en lo más alto del toreo. A Julián le han bastado dos toros de diferente condición, como han tenido también sus compañeros de terna, para decir el toreo y abrir la Puerta del Príncipe. En lo que llevamos de temporada el genio del Juli, su talento, su aptitud no han sido igualados por nadie. Un Juli a un nivel de maestría capaz de situarlo en la línea de los toreros más dominadores y largos de la historia.

Su primero fue un gran toro del Ventorrillo de 519 kilos, negro meano, delantero, manso en varas pero encastado, noble y boyante en la muleta. Julián se lo sacó a los medios con verónicas llevándolo muy toreado y embebido; quitó de manera portentosa, con variedad, gusto y temple, y con la muleta, después de un soberbio tanteo, sacándolo a los medios, y un par de tandas para encelarlo en el trapo, toreó. Toreó, en los comienzos algo más fuerita, pero cada vez más colocado, más en redondo y con mayor clase y dominio. Templó, mandó, paró, citó y remató con gusto y clase. Y cuando el toro acusó algo –porque cuando se les manda por bajo y en redondo, los toros se agotan antes- fue capaz de meterlo aun más mediante un toque más profundo, para obligarle ya hasta la extenuación. Supo, además, medir perfectamente los tempos de la faena, sin dejar caer la intensidad de ella, pero dejando respirar al toro para arrancarle hasta la última gota de casta. Un fenomenal estoconazo y muerte de toro encastado. Sólo se le concedió un trofeo en vez de los dos que reclamaba el público, la faena y el toreo dichoso.

Julián salió a apretar en el cuarto: quería y era muy consciente de poderlo hacer y de decirlo; torear hasta abrir de par en par la Puerta del Príncipe de Sevilla. Un toro de 549 kilos, colorado ojo de perdiz, manso, flojo y embestidor porque tuvo al Juli enfrente. A otro le hubiera durado un suspiro, o nos hubiese aburrido aguantando las caídas en el último tercio. Veroniqueó ganando terreno, aunque se dio cuenta que no era toro de quite por escasez. Y tras brindar al respetable, primero con unos pases por bajo, hasta el tercio, soberbio alguno en clase y gusto, comenzó a meterlo en el trapo, con suavidad, sin forzar la maquinaria sonora, colocado algo excéntricamente y llevándolo con mimo, largo, pero en paralelo. Y cuando supo que el toro le respondería, apretó los riñones, se lo metió más en redondo y consiguió, pese a las pocas fuerzas mostradas, mostrar unas cualidades que en otras manos hubieran quedado inéditas. Lo hizo mejor de lo que era, y cuando cogió la zurda, en la segunda serie, todos, hasta él mismo, se dieron cuenta de la trascendencia de decir el toreo de verdad. No hubo nadie al que no le llegase, tan fuerte había sido la expresión del arte. Acabó con circulares conectados, en una rueda sin fin, más de cara a la galería, para rematarlo de otra gran estocada por los rubios, aunque el toro tardó en doblar y se lo levantó el puntillero. Se concedieron las dos orejas, lo que hubiese sido el premio justo a su primera faena.

A Castella, con el 2do de la tarde, de 585 kilos, castaño oscuro y bragado, delantero, manso y rajado, de condición mular y que no pasó de silencio porque anduvo siempre buscando la salida o escarbando, sin que el francés pisara terrenos comprometidos, se colocara, diera el paso al frente o le templara. Pudo hacer el toreo, pero no dijo nada, porque torear es otra cosa, y para ello hay que pisar otros terrenos que no sólo son cercanías. Entera desprendida. Con el 5to de la tarde, de 545 kilos, castaño bragado, manso, embestidor aunque desigual en sus arrancadas; con la muleta estuvo Sebastián tirando líneas, dando mucha, demasiada salida, desde fuera y sin limpieza en muchos momentos. El toro lo mismo respondía largo que corto, pero cuando se quedaba era por falta de remate del lance en muchas ocasiones, al rematarlo en la cadera o poco más. Estocada caída.

A Perera, con el 3ro de la tarde de 532 kilos, negro, manso, flojo pero embestidor, aunque al final a menos. La faena fue un continuo rebozo del toro por el barro, entre acompañamientos y descolocación, con pico y afueras por doquier, y sin limpieza en bastantes trances. Pinchazo y una entera, trasera y tendida. El último de la tarde, de 570 kilos, castaño bragado, con poco cuello, manso y rajado por completo, huyendo hasta de su sombra en el último tercio, y demostrándolo casi desde salida. Con estos toros hay que doblarse, someterlos, clavarlos sobre el terreno, con técnica y clase, y adornarse por la cara, no intentar darle derechazos o naturales, y vengan intentos de derechazos y naturales. Pinchazo bajo y más de media caída y atravesada. (Fuente: cope)