Jorge Arturo Díaz Reyes
Una plaza exultante y hasta las banderas despidió a Ponce, al Juli y al ganadero Miguel Gutiérrez a hombros, tras una tarde de mano a mano triunfal en que se cortaron seis orejas y lo único que hizo falta fue la auténtica bravura.
Basta de apellidar Satacoloma- Murube a la gandería de Ernesto Gutiérrez. Es ya un encaste propio, el único que ha dado Colombia al mundo. Talente y figura que no se parecen a nadie. Tres generaciones lo han inventado y construido con dedicación, celo y terquedad irreductibles frente a los detractores. Fieles a su concepto, abuelos, padres e hijos han creado un toro que su vez ha fundado una afición, que a su vez ha cultiva un credo y una estética particulares de la fiesta. La fiesta manizaleña, que tampoco se parece a ninguna. Hoy, los seis negros, justos de cuerna y bravura, derrocharon una nobleza , rayana en la mansedumbre, castigada por la concurrencia en tres de los arrastres pero ovacionada en otros tres, uno de ellos con vuelta al ruedo, permitieron la liberación total de dos tauromaquias diferentes y un broche carnestoléndico a la feria.
Enrique Ponce, redundó en su toreó delicado, acariciador y exquisito. Toreo de librea y corbatín que sin untarse, bordó con las dóciles embestidas de sus tres toros, un arabesco de lances y pases en el que no faltaron trincheras, cartuchos y poncinas. Imposible torear con más desahogo, facilidad y rima. Imposible más temple, apostura y dibujo, así fuera este con el pico de la muleta las más de las veces. No era tarde de épica, era de estética. Toros, público y banda se le entregaron totalmente, sin resistencia, sin pudor. El pasodoble de las faenas excepcionales en dos ocasiones y Tres orejas que hubiesen podido ser más
“El Juli”, opuso su toreo sanguíneo, poderoso y arrasador. Quieto en los terrenos íntimos de los toros, los llevó para allá y para acá con un dominio inverosímil. La muleta por la arena halaba de ellos a capricho, haciéndolos ir y venir como le dio la gana. No se pueden mandar más. Un torero para el cual su hábitat desde que nació es la media luna de los toros. Un hombre crecido entre ellos, que habla su lenguaje y adivina sus reacciones, las anticipa y las resuelve no solo con maestría sino con gracia y emoción contagiosas. También le dieron música reservada para lo excepcional, por partida doble, tres orejas y puerta grande. ¡Juli, Juli!
Fue un mano a mano como deben ser los mano a mano, dos figuras en la cumbre de su madurez, con tauromaquias contrapuestas y un encierro que les dejó hacer de todo. Lástima el trapío, la fiereza y el miedo, esencias de la fiesta que no vinieron hoy a la plaza.
FICHA DEL FESTEJO. Domigo 10 de enero 2016. Plaza Monumental de Manizales. 7ª de feria. Nubes. Lleno. Seis toros de Ernesto Gutiérrez (en Santacoloma-Murube), cornicortos, en el mejor tipo de la casa, nobles y bajos de raza. Vuelta para el 1°, Cigarrito, negro de 512. Aplaudidos 2° y 5° y pitados el resto.
Enriqe Ponce, dos orejas, saludo y oreja.
“El Juli”, oreja, dos orejas y palmas.
Incidencias: Saludaron: Emerson Pineda ras parear al 1°, Jaime Devia y Jose Ma Soler tras parear al 2° y Ricardo Santana y Jaime Devia tras parear al 6°. Al final de la corrida salieron a hombros. Enrique Ponce, El Juli y el ganadero Miguel Gutiérrez.