Como historia repetida,
surge otra vez el manoseo de nuestra fiesta. Hace unos meses fue la quitada de
cartel de un venezolano por venir a torear con visa de turista pero que tuvo un
oscuro manejo por medio.
Ahora, el mentidero apunta que en la feria de Matara
en Cajamarca, los españoles César Jiménez y Matías Tejela habrían trabajado de
esa guisa en el país y nadie les habría puesto cortapisas ni zancadillas, ni
amenzas ni sabotajes.
In situ, ningún
sindicalizado reclamó. Pero lo más grave, según ha ido emergiendo la porquería, es la inconducta
de los organizadores que les dejaron
pagos pendientes, en criollaza ‘cabeza’, que incluso llegaron a vestirse de luces e ir
a la plaza de toros dizque por respeto al público pero creo que fue porque
antes los pasaron por la comisaría y por
la hora finalmente torearon sólo dos toros (uno cada uno el equivalente a lo
cobrado seguramente) frustrándose la alternativa del peruano Emilio
Barrantes.
Picaresca, pendejada, engaño,
bribonada, jugarreta o mejor dicho, estafa.
Comprometerse a pagar a sabiendas que existe gran posibilidad de no
alcanzar los ingresos para cubrir el costo del espectáculo. Fatuo afán de preteder ser lo que no se es. Y lo peor, con la complicidad –porque el que
calla, otorga- de los profesionales que allí estuvieron varios de ellos
miembros de sindicatos. Otra vez la pita
la cortan por el lado más delgado… y sólo cuando les conviene.
Así no vamos a
llegar a ningún lado. ¿Protestará algún sindicato por la vejación al peruano? ¿Vetarán
la plaza? ¿vetarán la empresa o a los organizadores? ¿dirán si entraron o no con visa de
trabajo/artista? Papelito manda. Porque
de no ser así, ni el fisco se entera de lo que tienen que abonar los chapetones
de los más de miles que lograron cobrar.
Ojo, puede que allá tampoco la declaren, por eso que no pueden denunciar a su
sindicato el incumplimiento del contrato. No sólo en el Perú se cuecen habas.