Cumplida ya la primera de abono de la Feria del Señor de los Milagros en la plaza de toros del Acho, a toro pasado, haremos al día siguiente un recuento del contraste, del clasroscuro, que se contrapone al triunfo artístico visual del quehacer en el ruedo.
Ayer volvía a mi querida plaza de toros en el Rímac después de muchos meses, en mi caso, desde la última de feria 2014, y me entristeció lo que ví.
Llegada ilusionada como cada año a ver mi plaza reluciente esperando a sus aficionados. Pero no. La encontré sucia, desaliñada, descuidad para su cita con la historia que es abrir sus puertas en el año 249 desde su inauguración, y en su edición 70 de la postinera feria de América, la del Señor de los Milagros.
Ingresé por Sombra, con mi boleto en mano, por las barras cerca del museo taurino y lo ví abierto, me habían dicho que hasta la semana había estado cerrado al público, ahora que está en manos del Muncipio del Rímac. Camino atrio arriba y empiezo a ver lo que me resistía a creer, aunque ya me lo habían comentado.
La humedad de las paredes se evidenciaba sobre la pintura. Las paredes lucían dos tonos de pintura, la del año anterior y la manita de gato sobre la tierra acumulada del año transcurrido, en tono más oscuro, en nivel un tanto más alto que el nivel visual. La instalación de kioskos mejoró en su diseño más acorde con la arquitectura y en menor cantidad, no sé si por estrategia o por precio.
Encontré docenas de policías antimotines apostados en las afueras del ingreso al patio de cuadrillas, en resguardo de qué, no lo sé, porque entiendo que la inseguridad si viene de los antis está en las calles que circundan el coso. O es que sería para impedir que los aficionados se acerquen a los toreros, sus semidioses, como es tradición y costumbre hace 249 años.
A cada paso por la entrada a los tendidos, 7, 8, pasar la reja y a Sol, oteaba tras la luz que irradiaba dentro de los octogonales y bajaba la vista por lo que atisbaba: Chorreados de la llovizna limeña bajando de las barreras...Horror.
Cuando ingresé, lo constaté y sentí pena, penísima, que se mutó en posterior verguenza de presentarse así mi plaza, la de ustedes, a los taurinos y a los visitantes extranjeros. Paredes sin limpiar, sin arreglarse las tablas del ruedo, ni las maderas de las arquerías y de los palcos, sin repintado del amarillo de las ubicaciones en el tendido lo que dificultaba encontrar el asiento...
Una lástima la indecorosa e indigna presentación al público del coso más antiguo de América, que debería ser mimado y cuidado como sus 249 años ameritan.
Otrosí, es increible que ninguna empresa pueda hacer NADA para que los antis dejen de incordiar con su ruido cada tarde de corrida. Es que no podemos, los taurinos, presentar alguna demanda al poder judicial o quien sea por una orden de alejamiento o lo que sea, por ruido molesto o salud auditiva... ¿? Hasta cuándo.
Pena también constatar que cada año y a pesar de los buenos carteles que se vienen dando hace tiempo en Acho, los aficionados no se retraten en taquilla y dejen que gane el cemento en los tendidos. Esto ya no es sólo labor empresarial, es un compromiso de cada uno de nosotros, vivir una afición comprometida, convenciendo a volvor, o a estrenarse en participar de los toros cuando están en temporada en Lima.
Y que fea costumbre están adoptando los figuretis del público, porque esos aficionados NO SON, bajarse al ruedo para tomarse un selfie cuando el torero sale del ruedo, o lo pasea, incluso aventarse para colocarle un pañuelo, de pueblo. Acho es categoría, es señorío, es historia y ello nos obliga a un comportamiento que le dio esa esa SOLERA. Y para que se me entiendo, for dummies, "Solera se refiere a la antigüedad de las cosas, costumbres, organizaciones... Denota reputación y tradición"