lunes, 1 de febrero de 2010

Michelito en Cali, golpeado

Jorge Arturo Díaz Reyes: "Michelito nos hizo penar" (Toros.com)

Michelito recibió ayer dos palizas duras, la segunda compartida con su padre, quien desesperado se lanzó a los pitones del novillo. Ya, luego de la primera tunda, se había sentado en el estribo y llorado, larga, desconsoladamente, de dolor y miedo, no como torero, como niño maltratado. Pese a que su eral, el tercero, con los pitones evidentemente romos, recibió una vara, resultó con sus 306 kilos, su alzada y su temperamento, un enemigo desproporcionado para los ningunos recursos mostrados por el pequeño.

Era un Santacoloma y desde el primer lance olió su ventaja y asumió el mando. Además, venteaba con fuerza y los engaños flameantes más que favorecer dificultaban los esfuerzos defensivos del inerme, haciendo que todo fuese más azaroso.

Michelito no pudo armar una sola suerte, nunca pudo parar, mucho menos templar ni mandar. Todo fue banderear, esquivar, cuando no correr para salvar las embestidas. Gambeteando, pinchó cuatro veces, antes de meter malamente la espada sin muerte, y escuchar los tres avisos, para mayor pena, porque ni siquiera pudo continuar en el ruedo.

El público, tocado, se solidarizó con él y hasta le aplaudió duro. Pero no. Digámonos la verdad. Si es cruel deshacer las ilusiones de un niño, más lo es creárselas falsas y exponerlo a riesgos graves, que no está en condiciones de asumir. Ya tuvo un percance serio en Lima, y ha sufrido varias cogidas. Entendemos que su padre cobra las presentaciones, eso quizá es legal ¿Pero es justo? Tal como pasaron las cosas ayer en Cañaveralejo no. Lo razonable sería quitarle la idea, o en el mejor de los casos volverlo al nivel de becerrista en una escuela taurina que surta y evalúe concienzudamente su aprendizaje.