sábado, 6 de febrero de 2010

Castella sensacional con el de regalo. Cornada a Ortega.

Por Pedro Abad-Schuster

La Plaza México festejó en grande su 64 aniversario con cerca de 25,000 espectadores, gran ambiente y un clima agradable Los Encinos envió un encierro disparejo en presentación y en el juego que dieron, aunque todos acudieron de firme a la caballería; sobresalió el que cerró plaza que mereció arrastre lento.

El francés Sebastián Castella (de lila y oro) fue el triunfador, pero sin cortar orejas. (palmas, división de opiniones y ovación). El mexicano Rafael Ortega (de grana y oro) terminó con una cornada cerrada en el muslo derecho al ser volteado feamente por su tercer enemigo. Un toro que tuvo más fuelle y vimos al diestro un tanto presionado y destemplado y escuchó gritos de toro, pues lo que había realizado dejó mucho que decir. Sin embargo después de la voltereta y al salir de la enfermería, le lanzaron los gritos de torero. Se fue por derecho y cobró un estocadón, que bien valía una oreja. Esta noche Rafael estuvo como gran estoqueador ya que terminó con la vida de sus toros de sendas estocadas. Tuvo buenos momentos en sus otros dos toros, que definitivamente no eran para el lucimiento. Rafael también tuvo grandes momentos en el tercio de banderillas en sus tres astados (palmas, palmas y división de opiniones).

A Sebastián le echaron seis toros; luego del primero, el segundo fue protestado y lo devolvieron; su tercero, que estaba bien presentado, al salir de la suerte de varas clavó los pitones en la arena y dio la vuelta de campana resultando lesionado de las manitas porque rodaba de continuo; echaron uno de Los Ebanos, que estaba como tercer reserva, indigno, que también fue protestado ruidosamente y el juez se desentendió de la bronca y permitió que lo picaran y fue tardo en decidir y lo devolvió a pesar de ser castigado y debió haber obligado al torero a matarlo, mientras que Castella estaba recargado en la barrera, esperando qué iba a suceder, pues le dijo a la autoridad del callejón que no podía torear en esas circunstancias pues el ruedo estaba tapizado de cojines.. El empresario Rafael Herrerías desde fuera de su palco le hizo señas a Castella para que regalara un toro, y así lo hizo.

Finalmente salió el toro de regalo, el mejor del encierro, y Sebastián nuevamente enloqueció a la concurrencia con una gran faena con pases de todas marcas, temple y arte que puso de pie a la concurrencia para aplaudir la pieza torera de Castella. El francés dejó ver una vez más su maestría, el oficio que tiene y los muchos recursos que guarda. El desencanto vino cuando el rubio diestro estuvo mal a la hora de matar. Media estocada, que no fue suficiente, y recurrió al descabello, pero ya se le había escapado el triunfo grande de este mano a mano.. Y fue despedido con sonoras ovaciones. En sus dos anteriores había mostrado su buen quehacer taurino a cuentagotas. A su primero lo pinchó y se retiró entre palmas mientras que pitaban a la res. En el otro hizo la faena, pero dejó una estocada defectuosa que provocó derrame y malestar entre el público. División al toro con palmas y pitos, y al diestro palmitas.

(Fuente: Esto Oem).