viernes, 5 de junio de 2009

Despedida y gloria del maestro Esplá en Madrid

Aquí lo dije temprano. 3 maestros y 3 retos diferentes. Fue don Luis Francisco Esplá fiel a sí mismo y dicen que toreó como nunca en su vida... y su plaza, la de Las Ventas del Espíritu Santo en Madrid, estuvo con él y lo despidió encumbrandolo otra vez en la gloria del toreo. Fue el paseíllo 89 en su carrera en esta plaza y su quinta puerta grande...
La ovación de gala, rota las manos de aplaudir, con la que recibió Madrid a ‘su' torero fue de las escucharse más allá de la M-30. Nada comparada con los gritos de ‘¡Torero, torero!' con que aclamaron parte de la faena del triunfo ni con la clamorosa salida en hombros. La faena de Esplá a ese Beato tan extraordinario se vivió de manera clamorosa. De principio a fin. Desde el atronador brindis hasta la vuelta al ruedo final. Se mantuvo la intensidad en el ruedo y en los tendidos, en una partitura escrita con buena letra y guiños personalísimos y antiguos. Esplá, un torero tan personal, recordó en remates, cambios y momentos a genios como Bienvenida.(Burladero)

cargado por su hijos y compañeros
TOREAR, eso es lo que ha hecho hoy un maestro de treinta y tantos años de alternativa –buen ejemplo para los noveles- es coger el toro por delante, pasárselo por la tripa, y rematarlo en la espalda, y eso templando, con limpieza y mando, con torería y gusto. Y es que hasta los remates más eléctricos fueron toreros, los andares por la plaza de diestro avezado en mil batallas, la actitud siempre en la torería que se pretende. Porque ser torero, además, no es dar lances, pases, muletazos o capotazos, aunque sean de gusto. Ser torero, algo que es el diestro alicantino y que nos demostró a todos desde aquella puerta grande madrileña de 1982, es vivir en torero, moverse en torero, estar pendiente de hasta el último detalle, y si quieren hasta elaborar una artística puesta en escena. (COPE)

A eso de las nueve y media de la noche las campanas de todo Madrid repicaron y el eco de los bronces cabalgó sobre el viento serrano para llevar a Levante la sonrisa del torero veterano. En la Puerta Grande de Las Ventas, las yemas de los dedos de la multitud se hicieron agua. El señor Esplá, don Luis Francisco, miraba a los cielos por última vez vestido de luces y allá en la gloria tronaba la ovación.Fue como lo cuento. Cuando vi dirigirse al torero hacia el centro del ruedo, con la montera calada y ese andar garboso que le caracteriza, dejé la cámara en la meseta de la enfermería y me puse en pie. Le ovacionaban, sí, pero nadie como yo. Incluso mis compañeros de tarea se quedaron sorprendidos y me hicieron algún comentario en tono jocoso. Contesté: ¡Ya no veré más a este torero! (Texto y fotos JMSV en Largacambiada.blogspot.com)

Una tauromaquia mediterránea y El Gallo resucitado. Cinco de junio de 2009. El maestro Luis Francisco Esplá ha escrito, al hilo de sus kikirikís, derechazos, naturales, pases de pecho y de la firma, una lección para el recuerdo. Enseñanza práctica de cómo poner de acuerdo a buenos aficionados, aficionados y a espectadores de la plaza de toros de Las Ventas, la primera plaza del mundo. (Manuel Durán Blázquez)
FICHA: Esplá se despide por la Puerta Grande. Madrid, viernes 5 de junio de 2009. Lleno. 6 toros de Victoriano del Río, irreprochables de presencia, mansos, con casta la mayor parte, y desiguales en la muleta, destacando cuarto y sexto. Luís Francisco Esplá, silencio y dos orejas. Morante de la Puebla, bronca y pitos. Sebastián Castella, silencio en ambos. (COPE)

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