COPE. Barcelona, domingo 21 de junio de 2009. Media plaza. Toros de Juan Pedro Domecq, justos de presentación y manejables. Morante de la Puebla, silencio y dos orejas tras aviso. El Juli, oreja y oreja. José María Manzanares, oreja y oreja.
Morante cortó las dos orejas al cuarto tras cuajarlo a la verónica de recibo, realizar un precioso quite por delantales y proseguir muleta en mano toreando por ambos pitones de manera primorosa por el gusto y el empaque que ha imprimido a todo lo que hecho en la cara del toro. Hubo desmayo, torería y gran profanidad en los pases del sevillano a un buen toro de Juan Pedro Domecq. Además mató de una gran estocada y así pudo pasear el doble trofeo. Con su primero abrevió tras una faena en la que sólo hubo chispazos de su particular tauromaquia.
El Juli cortó una oreja de cada toro que sorteó. Con su primero lució en un quite por chicuelinas y con la franela ligó una faena basada en el pitón derecho, toreando templado y rematando el trasteo con circulares. Con el quinto, el madrileño volvió a estar más a gusto toreando en redondo, si bien costó llegar más a los tendidos, que todavía vivían la resaca de la obra ‘morantista’. Sin embargo, a base de raza, Julián centró la atención de los espectadores en su obra y pudo cortar otra oreja que le valía para salir a hombros. Mató además de una gran estocada.
Manzanares destacó en su primero su toreo a la verónica y prosiguió con una labor voluntariosa en la que el alicantino estuvo resolutivo y por encima de las condiciones del astado. Ante el sexto, Manzanares volvió a estar firme y consciente que se jugaba la puerta grande, por lo que apretó el acelerador y consiguió meter en el canasto al toro de Juan Pedro en dos tandas al final de la faena de mucho mérito. Mató de una estocada de buena ejecución y paseó la oreja que le servía de pasaporte para la salida a hombros.
Morante cortó las dos orejas al cuarto tras cuajarlo a la verónica de recibo, realizar un precioso quite por delantales y proseguir muleta en mano toreando por ambos pitones de manera primorosa por el gusto y el empaque que ha imprimido a todo lo que hecho en la cara del toro. Hubo desmayo, torería y gran profanidad en los pases del sevillano a un buen toro de Juan Pedro Domecq. Además mató de una gran estocada y así pudo pasear el doble trofeo. Con su primero abrevió tras una faena en la que sólo hubo chispazos de su particular tauromaquia.
El Juli cortó una oreja de cada toro que sorteó. Con su primero lució en un quite por chicuelinas y con la franela ligó una faena basada en el pitón derecho, toreando templado y rematando el trasteo con circulares. Con el quinto, el madrileño volvió a estar más a gusto toreando en redondo, si bien costó llegar más a los tendidos, que todavía vivían la resaca de la obra ‘morantista’. Sin embargo, a base de raza, Julián centró la atención de los espectadores en su obra y pudo cortar otra oreja que le valía para salir a hombros. Mató además de una gran estocada.
Manzanares destacó en su primero su toreo a la verónica y prosiguió con una labor voluntariosa en la que el alicantino estuvo resolutivo y por encima de las condiciones del astado. Ante el sexto, Manzanares volvió a estar firme y consciente que se jugaba la puerta grande, por lo que apretó el acelerador y consiguió meter en el canasto al toro de Juan Pedro en dos tandas al final de la faena de mucho mérito. Mató de una estocada de buena ejecución y paseó la oreja que le servía de pasaporte para la salida a hombros.