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Pamplona, miércoles 14 de julio de 2010. Lleno. 5 toros de Jandilla y 1 de Vegahermosa (4º), desiguales de presencia, sin clase, mansos. 1º flojo y a menos; 2º y 3º sosos; 4º y 5º broncos, 6º a menos. Julián López El Juli: silencio, silencio. Sebastián Castella: dos orejas, ovación. Miguel Ángel Perera: ovación, ovación.
Los Jandillas de Pamplona, no bastan esos adornos cefálicos abundantes, hay que rematar los toros por delante y por detrás, prietas las carnes, firme la musculatura, finos los cabos, armónico el conjunto, de formas redondeadas y generosas. Trapío, es el que lucieron sus descendientes –los de la ganadería, por supuesto- en el hierro de Fuente Ymbro; trapío, también el que trajeron los pupilos de don Victoriano, o el de los de la vacada del El Pilar, los tres con el casi ubicuo encaste Domecq. Pero del ayer al hoy, no va un paso, sino toda una carrera, en cuesta descendente; casta ausente, problemas muchos, fuerzas, a veces menos que las justas.
Julián López hizo el gesto de la tarde, con cornada aun abierta en dolorosísima parte. Gesto de hombre, gesto de pundonor, de ambición, como alguno de los mostrados esta aciaga tarde en la que el ganado no permitía estar brillante. Con su 1º de 525 kilos, colorado, tocado, corto, hondo, acochinado y regordío –como si tuviese una retención de líquidos por exceso de corticoides- manso, inválido y rápidamente viniéndose a menos –como en la segunda tanda, para acabar agotado y con la lengua fuera antes de finalizar la misma-. Lo intentó el Juli y hasta llegó a arrancarle tres lances seguidos, en paralelo y por arriba, por la zurda, cuestión que parecía proeza imposible de conseguir. Estocada entera, por arriba, aunque algo atravesada, con su estilo. El 4º, del segundo hierro de la casa, de 545 kilos, negro y tocado, de mejor presencia que sus hermanos, pero manso, bronco y complicado, de poca casta y menos clase. Y volvió a dar la cara el madrileño, sin perdérsela nunca, en un trasteo imposible. Y, una vez más, sacó de donde no había un puñado de lances, ahora con la diestra, paralelos, sin profundidad, pero con buenos toques. Pinchazo y una entera, arriba, que hubo de rematar de dos descabellos sin éxito.
Sebastián Castella cortó dos orejas generosísimas al 2º de la tarde, un animal negro salpicado, no siempre en blanco, también en cárdeno, de pitones engatillados y que se comportó mansamente en varas, y luego embistiendo al trapo pero sin alegría, soso, para ir lentamente a menos. Alguna verónica le apuntamos de salutación al francés, y con la franela entre las manos, unos estatuarios de comienzo y una tanda a derechas, sin bajar la mano, pero llevándolo embebido y en redondo. Mucho cuidado empleó el galo para que no se le cayese y aquello le privó de mayor profundidad a la tarea: pases cortos a veces, sin forzar, en redondo pero de radio amplio, a media altura. En su haber, un notable sentido del temple, una decisión y seguridad en el objetivo del trasteo; en su debe, lo poco arrebatadora que fue la faena, el cambio de calidad por cantidad y el sempiterno epílogo encimista, en las cercanías. Una casi entera desprendida le daría ese doble premio de un femenino palco, muy maternal. En el 5º no pudo revalidar lo conseguido, el toro, se comportó como el cuarto, bronco, peligroso, colándose cuando quiso, las más veces por la derecha, pero sin olvidarse de la zurda. Su peso, 515 kilos; su capa, negra mulata; sus pitones, delanteros; en el caballo fijo, pero sin empujar de veras, dejándose algo y saliendo al hilo del primer capote. Dos coladas por el pitón diestro en el capote enseñaron lo que el toro podía ofrecer; luego las repitió por ambas puntas, poniendo en apuros al diestro, y llegando a voltearlo con lo que creímos una cornada en el muslo. Volvería, con apenas un puntazo en la taleguilla a la cara de la res y seguiría intentándolo con pundonor y honradez digna de elogio. Las cosas, sin embargo, no pudieron ser, el toro embestía sin clase, brusco, violento, por encima del estaquillador –que dicen los toreros-, incierto. Hubo que haberlo doblado desde el principio, y no sólo al final, tras de seis tandas deslucidas, en las que el genio fue creciendo. Una casi entera, caída, en que le esperó con aviesas intenciones, le haría saludar esa ovación.
Miguel Angel Perera con el 3º de la tarde de 510 kilos –el lote más chico de la corrida-, colorado ojo de perdiz, delantero, que casi cumplió en varas, para mansear en adelante y embestir sosamente y sin clase a los engaños. Distraído y poco serio en el capote, nada vimos al pacense con el percal. Cambiado éste por la franela, desde fuera, fue componiendo una faena aseada, a base de lances suaves, sin terminar de apostar por bajar la mano, atemperando algo las arrancadas de la res. Ligó con alguna pausa, sin ese aceleramiento de otras tardes, y sin necesidad de echar la pierna atrás, colocándose de perfil en relación al recorrido de su oponente. Nada nos dijo con la zurda, rayano en la vulgaridad, embarcando atrás en pases de escaso calado, pero al cambiar la mano llegó, a mi gusto, la mejor tanda, en la que –por fin- bajó más el engaño, aunque siguió estando fuera y embarcando atrás. Un último arrimón precedería a una estocada caída y trasera, perfilado fuera de la rectitud. El 6º de 525 kilos, negro mulato, delantero de armas, manso y a menos, que dijo tan poco como sus sosas embestidas. Unas chicuelinas en su quite y poco más con la capa nos dejó el de Puebla del Prior. Con la muleta comenzó con unos lances a pies juntos, por alto, y luego con una tanda a derechas, donde destacó un soberbio derechazo, templando bien la serie. Pero luego se descolocó. Toreo corto –de longitud y vuelos-, embestidas sosas y sin viaje, todo a menos ante el arrimón final. Sendos pinchazos y una casi entera, por arriba aunque trasera, despidieron esta postrera faena de la Feria del Toro pamplonica de 2010. (Fuente: cope).
Fotos: http://www.burladero.com/galerias/012658/pamplona/julio http://www.mundotoro.com/auxiliar/galerias2010/Encierro140710/fs_aux.html
Video completo – 75 minutos- de la transmión del último encierro del 14 de julio 2010: http://www.rtve.es/alacarta/todos/ultimos/dia-0/2.html#829087
Los Jandillas de Pamplona, no bastan esos adornos cefálicos abundantes, hay que rematar los toros por delante y por detrás, prietas las carnes, firme la musculatura, finos los cabos, armónico el conjunto, de formas redondeadas y generosas. Trapío, es el que lucieron sus descendientes –los de la ganadería, por supuesto- en el hierro de Fuente Ymbro; trapío, también el que trajeron los pupilos de don Victoriano, o el de los de la vacada del El Pilar, los tres con el casi ubicuo encaste Domecq. Pero del ayer al hoy, no va un paso, sino toda una carrera, en cuesta descendente; casta ausente, problemas muchos, fuerzas, a veces menos que las justas.
Julián López hizo el gesto de la tarde, con cornada aun abierta en dolorosísima parte. Gesto de hombre, gesto de pundonor, de ambición, como alguno de los mostrados esta aciaga tarde en la que el ganado no permitía estar brillante. Con su 1º de 525 kilos, colorado, tocado, corto, hondo, acochinado y regordío –como si tuviese una retención de líquidos por exceso de corticoides- manso, inválido y rápidamente viniéndose a menos –como en la segunda tanda, para acabar agotado y con la lengua fuera antes de finalizar la misma-. Lo intentó el Juli y hasta llegó a arrancarle tres lances seguidos, en paralelo y por arriba, por la zurda, cuestión que parecía proeza imposible de conseguir. Estocada entera, por arriba, aunque algo atravesada, con su estilo. El 4º, del segundo hierro de la casa, de 545 kilos, negro y tocado, de mejor presencia que sus hermanos, pero manso, bronco y complicado, de poca casta y menos clase. Y volvió a dar la cara el madrileño, sin perdérsela nunca, en un trasteo imposible. Y, una vez más, sacó de donde no había un puñado de lances, ahora con la diestra, paralelos, sin profundidad, pero con buenos toques. Pinchazo y una entera, arriba, que hubo de rematar de dos descabellos sin éxito.
Sebastián Castella cortó dos orejas generosísimas al 2º de la tarde, un animal negro salpicado, no siempre en blanco, también en cárdeno, de pitones engatillados y que se comportó mansamente en varas, y luego embistiendo al trapo pero sin alegría, soso, para ir lentamente a menos. Alguna verónica le apuntamos de salutación al francés, y con la franela entre las manos, unos estatuarios de comienzo y una tanda a derechas, sin bajar la mano, pero llevándolo embebido y en redondo. Mucho cuidado empleó el galo para que no se le cayese y aquello le privó de mayor profundidad a la tarea: pases cortos a veces, sin forzar, en redondo pero de radio amplio, a media altura. En su haber, un notable sentido del temple, una decisión y seguridad en el objetivo del trasteo; en su debe, lo poco arrebatadora que fue la faena, el cambio de calidad por cantidad y el sempiterno epílogo encimista, en las cercanías. Una casi entera desprendida le daría ese doble premio de un femenino palco, muy maternal. En el 5º no pudo revalidar lo conseguido, el toro, se comportó como el cuarto, bronco, peligroso, colándose cuando quiso, las más veces por la derecha, pero sin olvidarse de la zurda. Su peso, 515 kilos; su capa, negra mulata; sus pitones, delanteros; en el caballo fijo, pero sin empujar de veras, dejándose algo y saliendo al hilo del primer capote. Dos coladas por el pitón diestro en el capote enseñaron lo que el toro podía ofrecer; luego las repitió por ambas puntas, poniendo en apuros al diestro, y llegando a voltearlo con lo que creímos una cornada en el muslo. Volvería, con apenas un puntazo en la taleguilla a la cara de la res y seguiría intentándolo con pundonor y honradez digna de elogio. Las cosas, sin embargo, no pudieron ser, el toro embestía sin clase, brusco, violento, por encima del estaquillador –que dicen los toreros-, incierto. Hubo que haberlo doblado desde el principio, y no sólo al final, tras de seis tandas deslucidas, en las que el genio fue creciendo. Una casi entera, caída, en que le esperó con aviesas intenciones, le haría saludar esa ovación.
Miguel Angel Perera con el 3º de la tarde de 510 kilos –el lote más chico de la corrida-, colorado ojo de perdiz, delantero, que casi cumplió en varas, para mansear en adelante y embestir sosamente y sin clase a los engaños. Distraído y poco serio en el capote, nada vimos al pacense con el percal. Cambiado éste por la franela, desde fuera, fue componiendo una faena aseada, a base de lances suaves, sin terminar de apostar por bajar la mano, atemperando algo las arrancadas de la res. Ligó con alguna pausa, sin ese aceleramiento de otras tardes, y sin necesidad de echar la pierna atrás, colocándose de perfil en relación al recorrido de su oponente. Nada nos dijo con la zurda, rayano en la vulgaridad, embarcando atrás en pases de escaso calado, pero al cambiar la mano llegó, a mi gusto, la mejor tanda, en la que –por fin- bajó más el engaño, aunque siguió estando fuera y embarcando atrás. Un último arrimón precedería a una estocada caída y trasera, perfilado fuera de la rectitud. El 6º de 525 kilos, negro mulato, delantero de armas, manso y a menos, que dijo tan poco como sus sosas embestidas. Unas chicuelinas en su quite y poco más con la capa nos dejó el de Puebla del Prior. Con la muleta comenzó con unos lances a pies juntos, por alto, y luego con una tanda a derechas, donde destacó un soberbio derechazo, templando bien la serie. Pero luego se descolocó. Toreo corto –de longitud y vuelos-, embestidas sosas y sin viaje, todo a menos ante el arrimón final. Sendos pinchazos y una casi entera, por arriba aunque trasera, despidieron esta postrera faena de la Feria del Toro pamplonica de 2010. (Fuente: cope).
Fotos: http://www.burladero.com/galerias/012658/pamplona/julio http://www.mundotoro.com/auxiliar/galerias2010/Encierro140710/fs_aux.html
Video completo – 75 minutos- de la transmión del último encierro del 14 de julio 2010: http://www.rtve.es/alacarta/todos/ultimos/dia-0/2.html#829087