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martes, 27 de julio de 2010

Video 6ª de Santander. Oreja para Juli y Leandro que emocionaron.

Por Pedro Abad-Schuster

Santander, 6ª de Feria de Santiago. Martes 27 de julio 2010. Lleno. 6 toros de El Pilar, desiguales de presentación, sin clase, sin entrega, cercanos al descaste, pero con movilidad y temperamento. 6º bravo y boyante, 2º noble, 3º encastado. El Juli: silencio, oreja. Castella: ovación, palmas. Leandro: oreja, vuelta. El video de la corrida está en el link: http://www.burladero.com/festejos/012896/santander/julio http://www.mundotoro.tv/#videoId=24677716 http://www.mundotoro.tv/#videoId=24675472

El Juli, digno de destacar los esfuerzos técnicos en un toro que nada ofrecía desde el primer capotazo, logrando sacar dos magníficas verónicas de verdadero mérito y calidad intrínseca. La faena no fue preciosista, ni acaso plena de estética, pero precisa, justa, correspondiente a las necesidades y problemas planteados, alargando las paupérrimas embestidas del animal y templándolas –pese al cabeceo del toro- de forma impecable. Toques con inteligencia y mando obligando al toro. Y tras rematarlo de una buena estocada, con su peculiar estilo por arriba, oreja meritoria. Todo ello sin alardes de ninguna clase, ni estéticos –imposibles en tal faena-, ni de valor –sobrio y sereno siempre, sin alharacas-, ni de cara a la galería –apenas algunos circulares inversos y un arrimón final con el toro agotado. El Juli, en el 4º, faena de la tarde; muy técnica, muy medida y adecuada a la condición del toro de 554 kilos, colorado, delantero, manso, flojo y de poca clase. Pero ahí anduvo Juli superior, aunque fue faena para aficionados, lejos de preciosismos y de figurados valores. Con esa estocada entera y por arriba consiguió el ansiado trofeo.



Castella pasó por ésta su primera comparecencia santanderina sin pena ni gloria. Su primero, de 556 kilos, pelo colorado, delantero, manso de carácter, flojo de fuerzas, embistiendo pero al final viniéndose a menos. Un toro muy aprovechable, sin embargo, que el francés no terminó de cuajar. Anduvo Sebastián por fuera de la rectitud –a veces muy mal colocado-, intentando ligar pero sin dar profundidad ni largueza a los lances ejecutados, algo despegado por momentos. Hubo pases, muletazos, medios muletazos, pero de auténtica calidad apuntamos un buen cambio de mano y magnífico natural; nada más. Después de un arrimón final –a su estilo- y de unos adornos y manoletinas, lo despacharía con un pinchazo hondo, caído y atravesado, escuchando un aviso antes de descabellarlo. Con el quinto, de 557 kilos, con la muleta estuvo siempre acelerado, desde esos lances cambiados por la espalda iniciales, sin estar nunca a gusto con el toro, sin limpieza en términos generales, aprovechando más que mandando o lidiando. Le faltó mano baja e intentar someterlo de verdad; llegó un momento en que tan bruscas eran las embestidas del toro, como las maneras del matador. Un pinchazo arriba y una entera también en su sitio con el brazo por delante.



Apenas el 6º de El Pilar de 581 kilos, castaño claro, algo estrecho de sienes, para Leandro, salió pegando fuerte en varas, encastado, y llegando a la muleta con claridad, boyantía y franqueza. Leandro ofreció pinceladas de toreo profundo y estético, largo y eterno, que emocionaron. Dos series iniciales, con dos soberbios muletazos, dignos de escultura. Muletazos con la mano baja, mandones, en redondo, plenos de estética, cargada la suerte, erguido el cuerpo, ligeramente abierto el compás; templados y prolongados hasta allá donde es posible sin forzar la planta, preciosos. Pero, fueron sólo dos, acompañados –eso sí- de dos o tres muletazos más por tanda de bella factura –sin alcanzar tales grados- y rematados con algún pase de pecho rematado por la hombrera contraria. Si todo el conjunto hubiese sido de tal calado, de tan profunda acepción artística, hablaríamos de la faena de la temporada –como las del pasado año-. Fue lástima que el resto del trasteo se moviera entre desigualdades, entre lances enganchados –el viento puso su poquito de ayuda-, y otros de calidad, pero colocado al hilo; entre algún pectoral mandón y largo, y otros sin forzar al toro en su trayectoria, pasándolo con la derecha en paralelo. El toro todo lo admitió; pero lo que pudo ser una oreja, quedó en vuelta tras una estocada perpendicular y caída y una petición insuficiente. La faena, dentro de un tono general estético y sincero, no tuvo la rotundidad de las dos series iniciales y de algunos muletazos sueltos. Dio la impresión de haber más toro que el partido ofrecido. Pero hay torero, si aguanta el corazón y no falla la espada.

Fuente: cope. Fotos: http://www.mundotoro.com/auxiliar/galerias2010/Santander27072010/index.html