La corrida de Mondoñedo en Bogotá, volvía como aquel primer día hace 79 años. 5ª de abono. Tarde soleada, 22ºC. Media plaza. Seis toros de Mondoñedo (en Contreras), serios enrazados, emocionantes y de juego diverso. Pitados los tres primeros, aplaudidos los tres últimos. El bravo 4º “Bienvenido”, # 364, negro de 447 kilos recibió vuelta al ruedo. Sebastián Vargas , palmas y oreja. Uceda Leal , saludos y pitos. Matías Tejela , saludos y pitos.
Adultos, vareados, serios hasta lo intratable los Mondoñedo hicieron de su capa un sayo y como diciendo, ya está bueno de que el toro sea el pendejo de la fiesta, llevaron a los toreros por la calle de la amargura, los derrotaron y les pusieron su octogenaria divisa por encima de las monteras. Bueno, al fin y al cabo estaban en su casa, la que levantara su criador, el siempre bien recordado ganadero Don Ignacio Sanz de Santamaría.
Nada de servilismo, nada de complicidades, nada de confiancitas obscenas permitieron. Fue una corrida dura que atacó los caballos, aguantó palo y opuso alto grado de dificultad. El público bogotano, que ayer estuvo salomónico, exoneró temporalmente a los toreros en sus tres primeros turnos y hasta con larga generosidad hizo saludar a dos, pero a partir del bravo cuarto, cambió de bando, menudeó en gritos de ¡Toro! abucheó a los espadas y ovacionó los restos de los tres últimos arrastres.
(Extracto de la crónica de Jorge Arturo Díaz)Adultos, vareados, serios hasta lo intratable los Mondoñedo hicieron de su capa un sayo y como diciendo, ya está bueno de que el toro sea el pendejo de la fiesta, llevaron a los toreros por la calle de la amargura, los derrotaron y les pusieron su octogenaria divisa por encima de las monteras. Bueno, al fin y al cabo estaban en su casa, la que levantara su criador, el siempre bien recordado ganadero Don Ignacio Sanz de Santamaría.
Nada de servilismo, nada de complicidades, nada de confiancitas obscenas permitieron. Fue una corrida dura que atacó los caballos, aguantó palo y opuso alto grado de dificultad. El público bogotano, que ayer estuvo salomónico, exoneró temporalmente a los toreros en sus tres primeros turnos y hasta con larga generosidad hizo saludar a dos, pero a partir del bravo cuarto, cambió de bando, menudeó en gritos de ¡Toro! abucheó a los espadas y ovacionó los restos de los tres últimos arrastres.
APUNTE: ¿te inclinarías por verla en Lima? Ahí lo dejo.