Cinco orejas (que bien pudieron ser más) se cortaron ayer en la 4ª de feria en Acho. Dos El Fandi en mérito a una faena alegre y de mucho lucimiento con los palitroques en el 2º, un gran toro (de vacas) que envió Roberto Puga; otras dos Manzanares por una faena que fue de menos a más, como el noble astado de Montegrande que hizo 5º , donde derrochó empaque, torería y gusto para templar el viaje y bien mereció premio en la extraordinaria faena del 3º ; y el peruano Alfonso Simpson una, en el toro de su doctorado luego del cual hubo de abandonar la plaza por sufrir una fractura de clavícula al ser arrollado. El hierro lambayecano de Roberto Puga y el de sus hijas regaló un comportamiento variado, destacando el juego del 2º, que fue ovacionado de pie por el público y que mereció recibir la vuelta al ruedo; también destacó el 1º y 4º que aunque rajado posibilitaba faena en tercios y el 5º que se fue a más en su nobleza aunque pareció reparado de la vista. Malo que desarrolló genio fue el 6º que no tuvo un pase.
No es fácil encontrar por donde echar mano del argumento inicial de la crónica. Si por el del ganado, aunque sobrado detalle apuntamos arriba, o por el del torero que destapó el tarro de las esencias, o quintaesencias, del toreo. Aquel que sublimó el arte de torear e hizo pensar en aquel quinto elemento, etéreo, sutil aunque invisible, que llena el universo. Su universo, ese que se compone por la geometría del toreo, de verticales y circulares, de alturas, espacios, distancias y profundidades. La quintaesencia que nos deja lo puro, lo esencial. Que decanta la técnica –siendo su fundamento- para dejarnos la luz. La luz del toreo. Manzanares. Porque eso fue en sus dos momentos. En el 3º (Altanero No. 47), con su mecido toreo de capa y con su naturalidad, donosura, suavidad, tiento, temple y poder, para citar, embarcar y luego conducir y coser por abajo la rebosante nobleza del burel que olvidó su falta de fuerza y se vino arriba. Entonces surgieron los muletazos profundos, ligados coronados con una estocada entera que demoró en hacer efecto y necesitó de dos golpes de verduguillo. Esa fue acaso la razón para que el premio fuera una mayoritaria petición de vuelta al ruedo que el diestro rehusó aunque fue faena de puerta y cante grande.
Premio que recibió en el 5º (Apartado No. 55), un astado que por problemas de visión el diestro tardó en confiarse pero que mediada la faena descubrió que en distancia más corta, pisándole el terreno, surgía la ligazón en series breves pero muy profundas y sentidas. Muletazo tras muletazo surgió el toreo y el olé que acompañaba increscendo su labor. Hasta eso, el trazo era aislado y lo que parecía una faena insípida fue encendiéndose como una vela en el altar de arena. Una buena y efectiva estocada le posibilitó la salida a hombros junto con su compañero Fandila.
El Fandi sorteó el mejor toro del encierro. Un castaño de finas hechuras que fue recibido con aplausos al entrar a la arena donde mostró su condición de bravo, derrochó fijeza, prontitud, repetición y clase al entregarse en el ruedo. Fandi se lució con el capote. Larga cambiada, verónicas cadenciosas, chicuelinas, tafalleras, y los tres pares de banderillas fueron un derroche de sapiencia de terrenos, distancias, querencias que dejó al público encendido y ovacionando en pie. Lamentablemente el alto nivel hasta aquí no consiguió correlato con la muleta porque David no exprimió los más de 4 pases que Rumoroso No. 50 traía consigo en cada tanda. Al 3º pase le subía la mano y el animal le protestaba. Mucho toro. Un gran toro. Alegre, con transmisión, con bravura. Lo despachó de una entera que le abrió la puerta grande del triunfo. En su segundo de lidia ordinaria, un noble con querencia a tablas, se empeñó por marcarle la pelea en los medios y no consiguió lucimiento. Con el 6º, que toreó por Simpson, abrevió ante la inconducta del astado que desarrolló genio.
Enhorabuena al nuevo matador de toros que tenemos en el Perú. Del que gusta hacer el toreo profundo y de verdad. Bien manejó la pañosa Alfonso Simpson con el de la ceremonia, meciendo los brazos, sea abriendo el compás o a pies juntos. La gente rápido lo arropó. Fue cogido sin consecuencias por mala colocación al empezar su labor de muleta y consiguió centrarse en un par de tandas cuando sometió y toreo por abajo, ligando los muletazos. Sin embargo luego la faena tuvo mucha emotividad tras ser aparatosamente volteado, golpeado y conmocionado. Volvió a la cara del astado y le dejó un espadazo desprendido que hizo rodar rápidamente al animal. Recibió una oreja y pasó a la enfermería donde se le diagnosticó fractura de clavícula que le impidió salir en el 6º.
Plaza de toros de Acho. Domingo 9 de noviembre. Con sol y media plaza cuajada se lidiaron astados de Roberto Puga bien presentados, 1º bueno, 2º un gran toro, 4º rajado y 6º desarrollo genio; y dos de Montegrande, 3º noble con clase y 5º poca fuerza pero noble que se fue a más. David Fandila "El Fandi", dos orejas, palmas y palmas en el que mató por Simpson; José Ma. Manzanares, saludos con petición de vuelta y dos orejas; Alfonso Simpson, que tomó la alternativa, oreja y pasó a la enfermería.
Premio que recibió en el 5º (Apartado No. 55), un astado que por problemas de visión el diestro tardó en confiarse pero que mediada la faena descubrió que en distancia más corta, pisándole el terreno, surgía la ligazón en series breves pero muy profundas y sentidas. Muletazo tras muletazo surgió el toreo y el olé que acompañaba increscendo su labor. Hasta eso, el trazo era aislado y lo que parecía una faena insípida fue encendiéndose como una vela en el altar de arena. Una buena y efectiva estocada le posibilitó la salida a hombros junto con su compañero Fandila.
El Fandi sorteó el mejor toro del encierro. Un castaño de finas hechuras que fue recibido con aplausos al entrar a la arena donde mostró su condición de bravo, derrochó fijeza, prontitud, repetición y clase al entregarse en el ruedo. Fandi se lució con el capote. Larga cambiada, verónicas cadenciosas, chicuelinas, tafalleras, y los tres pares de banderillas fueron un derroche de sapiencia de terrenos, distancias, querencias que dejó al público encendido y ovacionando en pie. Lamentablemente el alto nivel hasta aquí no consiguió correlato con la muleta porque David no exprimió los más de 4 pases que Rumoroso No. 50 traía consigo en cada tanda. Al 3º pase le subía la mano y el animal le protestaba. Mucho toro. Un gran toro. Alegre, con transmisión, con bravura. Lo despachó de una entera que le abrió la puerta grande del triunfo. En su segundo de lidia ordinaria, un noble con querencia a tablas, se empeñó por marcarle la pelea en los medios y no consiguió lucimiento. Con el 6º, que toreó por Simpson, abrevió ante la inconducta del astado que desarrolló genio.
Enhorabuena al nuevo matador de toros que tenemos en el Perú. Del que gusta hacer el toreo profundo y de verdad. Bien manejó la pañosa Alfonso Simpson con el de la ceremonia, meciendo los brazos, sea abriendo el compás o a pies juntos. La gente rápido lo arropó. Fue cogido sin consecuencias por mala colocación al empezar su labor de muleta y consiguió centrarse en un par de tandas cuando sometió y toreo por abajo, ligando los muletazos. Sin embargo luego la faena tuvo mucha emotividad tras ser aparatosamente volteado, golpeado y conmocionado. Volvió a la cara del astado y le dejó un espadazo desprendido que hizo rodar rápidamente al animal. Recibió una oreja y pasó a la enfermería donde se le diagnosticó fractura de clavícula que le impidió salir en el 6º.
Plaza de toros de Acho. Domingo 9 de noviembre. Con sol y media plaza cuajada se lidiaron astados de Roberto Puga bien presentados, 1º bueno, 2º un gran toro, 4º rajado y 6º desarrollo genio; y dos de Montegrande, 3º noble con clase y 5º poca fuerza pero noble que se fue a más. David Fandila "El Fandi", dos orejas, palmas y palmas en el que mató por Simpson; José Ma. Manzanares, saludos con petición de vuelta y dos orejas; Alfonso Simpson, que tomó la alternativa, oreja y pasó a la enfermería.