Por Pedro Abad-Schuster. Periodista grafico taurino.
Recuerdo a David Silveti saliendo a hombros, en el ultimo rabo que corto en su vida de torero al toro Peleonero, de la Venta del Refugio. Habia terminado la corrida en EL Toreo de Tijuana, y minutos antes había abandonado mi lugar frente al burladero de matadores, en la ultima fila de sol general que se convertía en sombra por el techo que lo cubria. Alcance a bajar las gradas y acercarme a la puerta de arrastre, por donde saldría el maestro.
Que momento tan impresionante. Alli estaba el Rey del Toreo mexicano David Silveti, todavía en hombros, mirando a su alrededor, el rostro muy blanco, y todo parecía en cámara lenta. Alcance por cierto a usar mi videocámara y registrar el momento, asi como lo habia hecho de toda la corrida, un primer astado que se le fue vivo y que fue levantado por el puntillero, y el otro fue Peleonero al que le corto las orejas y el rabo. Las lagrimas inundaban mis ojos de emoción durante la faena de rabo, la videocámara montada en el monopod y sujetada firmemente con los codos bien pegados al cuerpo, mientras que el audio emocionado de Giraldes era filtrado al video.
Un año mas tarde sucedió lo que ya sabemos, habiendo dejado a su padre Juan Silveti una carta cuyo contenido no ha sido revelado. Hoy rendimos homenaje al maestro, con sus reveladoras declaraciones en dos videos, antes de su trágica desaparición.
Recuerdo a David Silveti saliendo a hombros, en el ultimo rabo que corto en su vida de torero al toro Peleonero, de la Venta del Refugio. Habia terminado la corrida en EL Toreo de Tijuana, y minutos antes había abandonado mi lugar frente al burladero de matadores, en la ultima fila de sol general que se convertía en sombra por el techo que lo cubria. Alcance a bajar las gradas y acercarme a la puerta de arrastre, por donde saldría el maestro.
Que momento tan impresionante. Alli estaba el Rey del Toreo mexicano David Silveti, todavía en hombros, mirando a su alrededor, el rostro muy blanco, y todo parecía en cámara lenta. Alcance por cierto a usar mi videocámara y registrar el momento, asi como lo habia hecho de toda la corrida, un primer astado que se le fue vivo y que fue levantado por el puntillero, y el otro fue Peleonero al que le corto las orejas y el rabo. Las lagrimas inundaban mis ojos de emoción durante la faena de rabo, la videocámara montada en el monopod y sujetada firmemente con los codos bien pegados al cuerpo, mientras que el audio emocionado de Giraldes era filtrado al video.
Un año mas tarde sucedió lo que ya sabemos, habiendo dejado a su padre Juan Silveti una carta cuyo contenido no ha sido revelado. Hoy rendimos homenaje al maestro, con sus reveladoras declaraciones en dos videos, antes de su trágica desaparición.