Dos toreros a hombros, César Jiménez y Matías Tejela, por desorejar a los segundos de su lote en faenas de diferente calado, y el peruano Roca Rey salió en injustificado vacío por fallar estrepitosamente con los aceros, en tarde que se lidió ganado colombiano de La Ahumada disparejo de presentación, algunos con poca fuerza, otros justos de raza, un par que se dejaron sin clase, otro tanto de buena condición.
Empezar por el de casa obliga porque iremos de menos a más como fue la tarde de ayer en Acho. Con el mejor lote, Fernando Roca Rey no estuvo fino en el 3º con el que luego de cumplir con las banderillas ofreció una faena deslavazada, sin ton ni son, a un noble aunque tardo animal con el que no consiguió centrarse y reventó la cosa cuando exageró el mal uso del acero alcanzando dos avisos y a punto estuvo de llegar el 3º. Tan oprobiosa situación pudo revertir en el 6º, demostrando garra y amor propio al irse a enfrentar a sus críticos de Sol y ofrecerles el corazón en la muleta. Ya lo había demostrado en banderillas, tercio en el que se apretó mucho más y expuso con lucimiento. Y lo reiteró al hincarse lejos del animal para luego embarcarlo por derechazos profundos y templados que encendieron la unanimidad de la plaza. Fue bueno el colombiano, tuvo nobleza y entrega aunque durara poco. Tiempo en el que Roca Rey templó y lo condujo muy largo y atrás. Menor fue el nivel por naturales aunque un par sí tuvieron calado y sabor. Y otra vez la espada le jugó una mala pasada. Varios pinchazos tiraron abajo el castillo de naipes, de un triunfo tan esperado y que esta vez sí parecía tener en sus manos, con rotundidad. Una pena, una faena así no debió irse sin premio. El peruano se superó a sí mismo y a la adversidad pero no fue suficiente. Una pena.
La otra cara de la moneda la vivieron los madrileños Jiménez y Tejela. Este último sorteó uno malo, el 3º, con el que lo intentó pero todo era deslucido, y otro sin clase, violento pero que se desplazaba y eso brindó emoción a su labor. Lo pasó de muleta a media altura, sin apreturas ni compromisos, acompañando el viaje, con algunos enganchones en el trazo, pero que tras la casi cogida que sufrió con rotura de la taleguilla, tocó el resorte de la emotividad ante el peligro por no someter como debía al morlaco. La espada cayó bastante desprendida y el público le pidió con fuerza el doble trofeo que el generoso juez no dudó en conceder.
Si el caso anterior se me antoja exagerado, no es lo mismo con la valoración de la faena premiada de César Jiménez quien pudo haber sumado algún trofeo en el 1º de la tarde por una faena más vistosa a un animal colaborador y noble que no tuvo colofón en el acero. Sin embargo, un faenón dibujó en el albero del Rímac con el 4º, con el que se pegó un arrimón con fundamento. Asentado, encajado, cruzándose para motivar al rebelde que no quería embestir y ante el cual se inventó una faena en la que destacó el temple, la firmeza y despaciosidad para torear. Mano dura con guante de seda. Esto es muleta dominadora con suavidad en el toque y aunque surgieron los muletazos individuales calaron en el público. Sobretodo el racimo de naturales desgajados de a uno. Esta vez sí coronó con un estoconazo y pasó a cobrar doble trofeo.
El público que fue generoso aplaudiendo algunos toros que no lo merecían. Mal la peonada nacional, Yabar casi se lleva un cornalón por derrochar incapacidad, salvo los del castoreño, que en César Caro tuvo un magnifico exponente y en Yaco II también.
Plaza de toros de Acho. Domingo 16 de noviembre. 4ª de abono. Con media plaza y sol brillante, se lidió ganado La Ahumada de Colombia, disparejo de presentación, algunos con escaso trapío, 1º noble con poca fuerza, 2º malo, 3º noble que humilla; 4º tardo sin clase ni recorrido pega cabezazos; 5º violento, sin clase, no humilla; 6º bueno que se vino a menos. César Jiménez, saludos y dos orejas; Matías Tejela, silencio y dos orejas; Fernando Roca Rey, pitos y silencio, palmas de despedida.
Empezar por el de casa obliga porque iremos de menos a más como fue la tarde de ayer en Acho. Con el mejor lote, Fernando Roca Rey no estuvo fino en el 3º con el que luego de cumplir con las banderillas ofreció una faena deslavazada, sin ton ni son, a un noble aunque tardo animal con el que no consiguió centrarse y reventó la cosa cuando exageró el mal uso del acero alcanzando dos avisos y a punto estuvo de llegar el 3º. Tan oprobiosa situación pudo revertir en el 6º, demostrando garra y amor propio al irse a enfrentar a sus críticos de Sol y ofrecerles el corazón en la muleta. Ya lo había demostrado en banderillas, tercio en el que se apretó mucho más y expuso con lucimiento. Y lo reiteró al hincarse lejos del animal para luego embarcarlo por derechazos profundos y templados que encendieron la unanimidad de la plaza. Fue bueno el colombiano, tuvo nobleza y entrega aunque durara poco. Tiempo en el que Roca Rey templó y lo condujo muy largo y atrás. Menor fue el nivel por naturales aunque un par sí tuvieron calado y sabor. Y otra vez la espada le jugó una mala pasada. Varios pinchazos tiraron abajo el castillo de naipes, de un triunfo tan esperado y que esta vez sí parecía tener en sus manos, con rotundidad. Una pena, una faena así no debió irse sin premio. El peruano se superó a sí mismo y a la adversidad pero no fue suficiente. Una pena.
La otra cara de la moneda la vivieron los madrileños Jiménez y Tejela. Este último sorteó uno malo, el 3º, con el que lo intentó pero todo era deslucido, y otro sin clase, violento pero que se desplazaba y eso brindó emoción a su labor. Lo pasó de muleta a media altura, sin apreturas ni compromisos, acompañando el viaje, con algunos enganchones en el trazo, pero que tras la casi cogida que sufrió con rotura de la taleguilla, tocó el resorte de la emotividad ante el peligro por no someter como debía al morlaco. La espada cayó bastante desprendida y el público le pidió con fuerza el doble trofeo que el generoso juez no dudó en conceder.
Si el caso anterior se me antoja exagerado, no es lo mismo con la valoración de la faena premiada de César Jiménez quien pudo haber sumado algún trofeo en el 1º de la tarde por una faena más vistosa a un animal colaborador y noble que no tuvo colofón en el acero. Sin embargo, un faenón dibujó en el albero del Rímac con el 4º, con el que se pegó un arrimón con fundamento. Asentado, encajado, cruzándose para motivar al rebelde que no quería embestir y ante el cual se inventó una faena en la que destacó el temple, la firmeza y despaciosidad para torear. Mano dura con guante de seda. Esto es muleta dominadora con suavidad en el toque y aunque surgieron los muletazos individuales calaron en el público. Sobretodo el racimo de naturales desgajados de a uno. Esta vez sí coronó con un estoconazo y pasó a cobrar doble trofeo.
El público que fue generoso aplaudiendo algunos toros que no lo merecían. Mal la peonada nacional, Yabar casi se lleva un cornalón por derrochar incapacidad, salvo los del castoreño, que en César Caro tuvo un magnifico exponente y en Yaco II también.
Plaza de toros de Acho. Domingo 16 de noviembre. 4ª de abono. Con media plaza y sol brillante, se lidió ganado La Ahumada de Colombia, disparejo de presentación, algunos con escaso trapío, 1º noble con poca fuerza, 2º malo, 3º noble que humilla; 4º tardo sin clase ni recorrido pega cabezazos; 5º violento, sin clase, no humilla; 6º bueno que se vino a menos. César Jiménez, saludos y dos orejas; Matías Tejela, silencio y dos orejas; Fernando Roca Rey, pitos y silencio, palmas de despedida.