El día de ayer llegó a nuestro buzón electrónico, por interpósita persona, un comunicado de la Beneficencia de Lima, firmado por su oficina de imagen institucional y marketing, solicitando ayuda “económica o con recursos tangibles” A LOS AFICIONADOS para reabrir “el único MUSEO-TAURINO del Perú, ubicado en la Plaza de Acho con el objetivo de difundir la cultura taurina y su riqueza histórica”.
Inusual, inusitado, insólito y poco habitual me resulta esta forma de recaudación de parte de la propietaria del coso más antiguo de América, más aún cuando esta institución cobra el oro por el arrendamiento de Acho y el museo es parte de él.

Y lo que más me escuece es que la SBLM pida ayuda A LOS MISMOS AFICIONADOS que cada año se ven perjudicados por su mala gestión, ya que tienen que pagar en cada Feria del Señor de los Milagros (y en corto tiempo), los abonos y las entradas más caras del mundo taurino por el exageradísimo alquiler que cobran y que repercute en gran proporción en el costo de las entradas del serial limeño, actuando con una indiferencia que solo perjudica la asistencia de público.

Es tiempo que la SBLM sincere sus asuntos con LOS AFICIONADOS, que pongan en práctica esa ‘transparencia administrativa’ que consagra la ley, y que nos digan las razones de esos alquileres exorbitantes y del porqué este pedido de auxilio. Que por un afán de responsabilidad y seriedad, digan públicamente, primero, en que manos está el MTA (Rímac o BLM), cuál es problema que impide ‘abrir sus puertas’, y ya que piden dinero A LOS AFICIONADOS, que al menos hagan público el proyecto que tienen para el futuro del MTA y el costo del mismo.
Para tu conocimiento, el Museo Taurino de Acho fue inaugurado el 12 de octubre de 1962 por la gestión de los aficionados Francisco Graña-Garland, el ganadero Jesús de Asín y la familia Berckemeyer quienes aportaron piezas de varias colecciones privadas.