El español Jairo Miguel salió a hombros en la segunda tarde de la Feria Virgen de la Alta Gracia en Huamachuco, cortó dos orejas al único toro que despachó en tarde de cinco toros en los que el rejoneador venezolano Francisco Javier Rodríguez paseó el anillo en su segundo.
Desigual enlotado por extraña estructuración que desbalancea los carteles y que sucede a veces en las ferias del interior del país en la que, como ayer, se lidiaron 7 astados, y hoy, cinco. Con este planteamiento, dos toros fueron para el rejoneador y los de a pie, con uno y el restante a sorteo entre la terna.
Fue así que Eduardo Gallo sorteó el 5º que cerró la corrida y sí que fue malo. Alto, grandullón, con aparentes más de 5 años, echo para arriba, engatilladísimo y astifino de cuerna pero que no fuera agravante de no haber tenido tan mal comportamiento, de manso, mirando y más atento a los toreros que a las telas, sin recorrido, revolviéndose, yendo al cuerpo cuando arreaba.
Con razón su matador se inhibió de darle percal, lo hicieron los peones para ahormarlo pero no descolgaba, demoró en salir el varilarguero y Angelo Caro se agarró en dos señores puyazos que apenas sintió y seguía sin descolgar. Cogió la muleta Gallo y lo pasó a media altura, muleta atrás, y se le frenaba, buscándolo al de Salagual, obvio que debía abreviar y lo hizo. El público protestó pero más que hacer no había.
Acotar que el palco señaló oportunamente el cambio del toro que no se dio, la autoridad municipal abrió la puerta y la gente de la ganadería la cerró. Situaciones que deberán corregirse por la seriedad del espectáculo. Lamentablemente Gallo tampoco había tenido suerte con su primero del mismo hierro, que si bien se desplazó en el capote y le trazó buenas verónicas, en muleta y tras varas, se quedó corto, defendiéndose.
Raúl Rivera sorteó uno de Huacraruco que tampoco le puso las cosas fáciles, cortito en desplazamientos, echando la cara arriba y rebañando, por ello es de agradecer su actitud y disposición de plantarle cara, incluso en dos pares de banderillas para agradar al público. De no marrar con el acero hubiera tocado pelo.
Turno de hablar del triunfador de la tarde, el joven Jairo Miguel, viejo conocido del Perú pues muy pequeño de novillero pisó el ruedo de Acho en feria nazarena y otras veces más ha comparecido en ferias del país. Se le vio puesto y más cuajado, con cabeza para saber administrar su toro. Un Salagual, en hechuras santacolomeñas, que se desplazó en el capote y dejó un bonito saludo ganado terrenos a los medios. Peleó en el caballo y llegó a su muleta con menos fuelle, le endilgó un par de tandas, siempre muy tapado y pulseando, un derechazo fue largo y circular, muy bueno, pero parecía que se le apagaba.
Tomó distancias, le caminó por la cara, dejándolo que tomara un nuevo aire y le vino muy bien al burel que se vino a más y pudo exprimirlo en tandas que crecieron en gusto, con temple, con entrega, con desplantes, con remates todo con tremenda actitud de conquistar al público y de triunfar. Mató a la primera pero en los bajos y la eficacia del resultado generó algarabía que se repercutió en unanimidad para que el cacereño pasee doble apéndice.
El rejoneador venezolano Francisco Javier Rodríguez volvió a Huamachuco donde triunfó el año pasado. Corrió con dos norteños de Paiján. El 1º metió la cabeza por abajo pero duró poco. Se rajó y condicionó la labor del rejoneador venezolano Rodríguez, obligado a sacarlo de tablas, encelarlo en la grupa y aguantar arreones. Palmas. En el 4º, incómodo porque arreaba y era muy brusco, tras los de castigo también se refugió en tablas, con entrega y exposición, se lució con las banderillas, incluso una corta. Mató pero debió usar el descabello y el premio quedó en una vuelta al ruedo.
FICHA. Huamachuco, jueves 18 de agosto 2016. Se lidiaron toros de Salagual y el 4º de Huacraruco, bien presentados pero justos de casta. Francisco Javier Rodríguez, palmas y vuelta. Eduardo Gallo, palmas y división. Jairo Miguel, dos orejas. Raúl Rivera, palmas.