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lunes, 8 de septiembre de 2008

No es justo


Uso un término muy hablado entre la chiquillería actual para etiquetar lo que han dicho sobre el tenor peruano Francesco Petrozzi y su interpretación de Cavaradossi de la opera Tosca, que terminó de presentarse ayer en el Segura.

Servat, del diario El Comercio, dijo en el suplemento dominical del último domingo 7 que "como actor resulta inadecuado por una sucesión de gestos y movimientos que hacen de su Cavaradossi una creación superficial". Como ven el crítico ejerció una crítica cargada a la actuación y dirección escénica.

No es justo para el lector que se haga una crítica coja, sesgada a un aspecto de la puesta en escena operática que se compone tanto de la teatralidad, actuación como -por más importante- la calidad canora de cada protagonista. Osea del canto, por delante, la interpretación musical, luego y tercero la parte actoral. Claro está que estando estos tres componentes a buen nivel, la puesta en escena alcanzará niveles insospechados de calidad.

Es decir, que si la parte vocal es buena y se consigue que la parte actoral la complemente a buen nivel, habremos tocado el cielo por dos horas. Algo que comúnmente es dificl conseguir. De ahí el extraordinario éxito de nuestro Juan Diego Florez, que consigue poner en escena capacidad, calidad vocal e interpretativa, sustentada en un magnifico movimiento en escena.

De ahí que no es justo que se critique la actuación de los protagonistas únicamente desde el aspecto actoral porque el juicio estaría incompleto de cara a dar una apreciación al lector. Anoche, al volver del teatro de presenciar la última puesta en escena de Tosca, y leer el "dominical" entendimos la razón para que Francesco, al terminar la sonorsa y larga ovación que el respetable le prodigó al fin de la obra, dijera que "en el país del palo encebado y a pesar de la crítica, se quedaba con esto". Con los aplausos de su público.

Nunca ha sido el tenor santo de mi devoción por su emisión un tanto engolada en sus inicios. Con esa actitud me senté a oir, no sólo ver, la opera. Y debo reconocer que desde su "recondita armonia" hasta su "lucevan le stelle" (el adios a la vida del último acto), bordó sus arias. La primera, porque no es facil entrar a un ruedo y sin mucha calistenia en escena pegar esos agudos y sobreagudos que exige la partitura, con matices de filato que demuestran dominio de la técnica para dar color al canto. Y en el final, consiguió incluso emocionar al auditorio y a mi, en las inflexiones de voz que reflejan al cantar el dolor por la inminencia de perder la vida. No es un eximio actor pero no desmerece en nada la conjunción de la puesta en escena.

Oir los gritos de "bravo" al finalizar sus arias tanto como ver en la cazuela gente parada, entusiasmada, aplaudiendo a rabiar cuando salió para agradecer al final, son la muestra de lo que digo.

La alienación llega a tal punto que reclama una visión moderna de la ópera. Yo no. Dejénme con las versiones antiguas, que tienen el sabor de la historia y nos recuerdan el tiempo que pasó desde que se estrenaron... busquen sí, de regalarnos puestas en escenas firmadas por reconocidos registas, glorias de otros tiempos, (ej. Zeffirelli, entre otros) y así podamos aprender de los matices de una puesta a otra.

Y lo digo porque no se vale destruir, no reconocer los méritos a quien los tiene, so pretexto que envias colaboraciones al decano de operas que ves en Nueva York.

A propósito. Franceso Petrozzi cumplió ayer 55 funciones de Tosca en su carrera. Si fuera tan malo como dice Servat, no lo hubiera conseguido. ¿no crees?