¡torero¡ ¡toreo¡ ¡torero, corta su más importante oreja al toro más serio y difícil de la feria... Fue el quinto, lidiado como sobrero, tan alto y engallado como fea y agresivamente armado, y el más impresionante además de difícil de los que compusieron una decepcionante corrida de El Ventorrillo en la que los seis resultaron desrazados, flojos, distraidísimos cuando no desparramadores de la vista, y sin apenas viajes aprovechables. Miguel Ángel Perera, más dueño de sí mismo que nunca y con ello está dicho todo en esta temporada de su consagración como figura imprescindible, consumó así una feria tan repleta de triunfos, afrontando con todas las consecuencias la casi imposible situación en su tercera comparecencia a la que llegó requerido por la empresa para sustituir a uno de dos los anunciados que se habían caído del cartel. Pero la mala suerte no fue óbice para que desplegara su serenísimo valor y esa inteligencia que define a los valientes de verdad para, aunándolas a su incuestionable destreza y proverbial sentido del temple, lograr un trasteo de inverosímil poderío y final donosura al natural que cerró con una ejemplar estocada. Faena para el recuerdo y digna de pasar a los anales. (Del Moral)