Este interesante articulo refleja el dilema que viven los abonados -o poseedores del derecho de apartado- de la Plaza México. En parte, suena conocido el bolero...
¿Quién quiere derechos de apartado?
Lumbrera Chico
Una mezcla de furia, tristeza y desesperanza embarga a los tenedores de derechos de apartado de la Monumental Plaza México. Una vez más, como todos los años, se ven obligados a canjearlos, no por gusto sino para seguir conservándolos, pues de lo contrario, como bien saben, los perderían. En esta ocasión, sin embargo, el sapo les resulta más difícil de tragar porque ya no guardan esas tarjetas como inversión a futuro o para salir al paso de alguna emergencia: comprarlas con dinero en efectivo, o cambiarlas por un coche usado, una fondita de comida casera o un terreno de escaso valor, como ocurría antaño, es algo que ya no se le ocurriría hacer a nadie.
Por su respectiva parte, la empresa del embudo de Insurgentes necesita que su público cautivo se retrate en las taquillas y desembolse lo que vale el refrendo. Si esto no llegara a ocurrir, la sociedad que encabeza Rafael Herrerías no podría pagar la renta anual del cónico edificio a sus actuales propietarios, los herederos de Moisés Cossío, dueños también del vacío, arruinado y gigantesco frontón México.
La situación económica de la plaza de toros más grande y alguna vez más importante del país es francamente lamentable. Si los tenedores del derecho no ayudan al empresario a cubrir la renta, éste pierde el inmueble; pero si renueva su contrato con el dueño de la mole, no contará, de todos modos, con recursos para seducir a las grandes figuras internacionales. Y eso, en suma, es lo que ha dado origen a la temporada “mexicanísima”, que arrancará el domingo 5 de octubre, para presentar una secuencia de 12 corridas protagonizadas exclusivamente por toreros vernáculos del montón.
Cuando el serial finalice en diciembre, los aficionados se irán a sus casas con la débil promesa de que en enero y febrero verán a los triunfadores de la temporada española y, quizá, a los mexicanos que este año armaron la tremolina en el reino de Juan Carlos I. Pero, ¿alguien les dará alguna seguridad de que eso irá a ocurrir?
Por supuesto que no, y mucho menos la delegación Benito Juárez que, a fin de cuentas, se abstuvo de exigir una mínima reparación de daños para el juez de plaza que, semanas atrás, fue golpeado a la mala por el magnate, o ex magnate más bien, que dice que ya no tiene fierros para dar fiestas mínimamente bravas. Por lo pronto, los aficionados aguardan con impaciencia la reaparición de Joselito Adame, mañana 16 de septiembre, en la capital de Zacatecas, donde alternará con El Zotoluco e Ignacio Garibay.
¿Quién quiere derechos de apartado?
Lumbrera Chico
Una mezcla de furia, tristeza y desesperanza embarga a los tenedores de derechos de apartado de la Monumental Plaza México. Una vez más, como todos los años, se ven obligados a canjearlos, no por gusto sino para seguir conservándolos, pues de lo contrario, como bien saben, los perderían. En esta ocasión, sin embargo, el sapo les resulta más difícil de tragar porque ya no guardan esas tarjetas como inversión a futuro o para salir al paso de alguna emergencia: comprarlas con dinero en efectivo, o cambiarlas por un coche usado, una fondita de comida casera o un terreno de escaso valor, como ocurría antaño, es algo que ya no se le ocurriría hacer a nadie.
Por su respectiva parte, la empresa del embudo de Insurgentes necesita que su público cautivo se retrate en las taquillas y desembolse lo que vale el refrendo. Si esto no llegara a ocurrir, la sociedad que encabeza Rafael Herrerías no podría pagar la renta anual del cónico edificio a sus actuales propietarios, los herederos de Moisés Cossío, dueños también del vacío, arruinado y gigantesco frontón México.
La situación económica de la plaza de toros más grande y alguna vez más importante del país es francamente lamentable. Si los tenedores del derecho no ayudan al empresario a cubrir la renta, éste pierde el inmueble; pero si renueva su contrato con el dueño de la mole, no contará, de todos modos, con recursos para seducir a las grandes figuras internacionales. Y eso, en suma, es lo que ha dado origen a la temporada “mexicanísima”, que arrancará el domingo 5 de octubre, para presentar una secuencia de 12 corridas protagonizadas exclusivamente por toreros vernáculos del montón.
Cuando el serial finalice en diciembre, los aficionados se irán a sus casas con la débil promesa de que en enero y febrero verán a los triunfadores de la temporada española y, quizá, a los mexicanos que este año armaron la tremolina en el reino de Juan Carlos I. Pero, ¿alguien les dará alguna seguridad de que eso irá a ocurrir?
Por supuesto que no, y mucho menos la delegación Benito Juárez que, a fin de cuentas, se abstuvo de exigir una mínima reparación de daños para el juez de plaza que, semanas atrás, fue golpeado a la mala por el magnate, o ex magnate más bien, que dice que ya no tiene fierros para dar fiestas mínimamente bravas. Por lo pronto, los aficionados aguardan con impaciencia la reaparición de Joselito Adame, mañana 16 de septiembre, en la capital de Zacatecas, donde alternará con El Zotoluco e Ignacio Garibay.