El Puerto de Santa María (Cádiz). Domingo 27 de julio. Media plaza. Toros de Juan Pedro Domecq, mal presentados, feos de hechuras, abecerrados algunos y de poco juego en conjunto. Enrique Ponce, silencio tras aviso en ambos.El Juli, silencio y ovación con saludos tras aviso.José María Manzanares, vuelta al ruedo tras aviso y leve petición y dos orejas. (Burladero.com)
Cuando saltó al ruedo el tercero la gente estaba cansada del devenir del festejo, y además el becerrote que se llevó Manzanares era imposible estar peor hecho. El de Alicante lo dejó enterito después de derribar al caballo y al menos en banderillas tuvo cierta alegría. Llegó al tercio final con un molesto cabeceo pero con prontitud en el cite y José Mari aprovechó esta circunstancia para torear de verdad con una muleta prodigiosa. Elegancia, poderío y mando con la derecha, tallando cada muletazo para deleite de los presentes. Al natural fue una exaltación de hondura, temple y mano baja, con una perfección magistral y una ligazón envidiable.
Cante grande y borrachera de Manzanares en su mejor faena en El Puerto hasta hoy, ante un toro colaborador que humilló, pero se le escapó el triunfo grande por la espada. ¡Que pena, pero hay queda el brindis de va por ustedes!.
Para terminar, la escalera ganadera en presentación, el sexto, que tenía la pinta de una chiva con cuernos. José María intentó acoplarse con la deslucida y desclasada embestida de su oponente y a modo que el toro se equivocaba en meter la cara le enjaretaba alguno marca de la casa. Se le vio enrabietado por la falta de juego y demostró que su elegancia y calidad son inusuales en el escalafón porque se inventó una faena de pasajes preciosos por ambos pitones.
Cuando saltó al ruedo el tercero la gente estaba cansada del devenir del festejo, y además el becerrote que se llevó Manzanares era imposible estar peor hecho. El de Alicante lo dejó enterito después de derribar al caballo y al menos en banderillas tuvo cierta alegría. Llegó al tercio final con un molesto cabeceo pero con prontitud en el cite y José Mari aprovechó esta circunstancia para torear de verdad con una muleta prodigiosa. Elegancia, poderío y mando con la derecha, tallando cada muletazo para deleite de los presentes. Al natural fue una exaltación de hondura, temple y mano baja, con una perfección magistral y una ligazón envidiable.
Cante grande y borrachera de Manzanares en su mejor faena en El Puerto hasta hoy, ante un toro colaborador que humilló, pero se le escapó el triunfo grande por la espada. ¡Que pena, pero hay queda el brindis de va por ustedes!.
Para terminar, la escalera ganadera en presentación, el sexto, que tenía la pinta de una chiva con cuernos. José María intentó acoplarse con la deslucida y desclasada embestida de su oponente y a modo que el toro se equivocaba en meter la cara le enjaretaba alguno marca de la casa. Se le vio enrabietado por la falta de juego y demostró que su elegancia y calidad son inusuales en el escalafón porque se inventó una faena de pasajes preciosos por ambos pitones.