Titulares:
Zabala de la Serna: "José Tomás por encima de todo"… No se regaló una ovación. Treinta y ocho días de silencio extendieron su abrigo sobre los tendidos… anduvo ayer sencillamente torero. Puramente torero. Por encima de una corrida muy baja de casta y bravura de Victoriano del Río, sin transmisión ninguna.
del Moral:"Espectáculo de ínfima categoría echa por los suelos la reaparición de JT"
como el esperadísimo torero no tuvo suerte ni subió una sola vez al trapecio por evidentemente desfondado – ayer no se jugó un solo alamar –, no logró convencer en serio y menos asustar…
como el esperadísimo torero no tuvo suerte ni subió una sola vez al trapecio por evidentemente desfondado – ayer no se jugó un solo alamar –, no logró convencer en serio y menos asustar…
Toros de Puerto de San Lorenzo y La Ventana del Puerto, bien presentados, con mayor cuajo los tres últimos, mansos y manejables en distinto grado. Enrique Ponce, dos orejas y oreja con petición de la segunda y dos vueltas tras aviso; Sebastián Castella, silencio y ovación tras aviso y Pérez Mota, oreja y silencio
Juan Posada. "Enrique Ponce, esencia del toreo". Ponce dio una lección magistral del cómo y del por qué del arte de torear. A sus dos toros, con tendencia a la escapada, los mantuvo fijos en el engaño a fuerza de dejarles la muleta ante los hocicos al finalizar los pases. Para ligar los muletazos fue obligado adelantar la pierna en casi todas las ocasiones con el fin de incitar la repetición de las embestidas. Otras de las virtudes, el acople con la velocidad de los envites del toro; es decir, temple. La administración del espacio, según conviniera, y los «toques» con la muleta, completaron una labor de libro. El valenciano, con dieciocho años de alternativa, mostró tanta afición y valor como en sus principios.
Juan Posada. "Enrique Ponce, esencia del toreo". Ponce dio una lección magistral del cómo y del por qué del arte de torear. A sus dos toros, con tendencia a la escapada, los mantuvo fijos en el engaño a fuerza de dejarles la muleta ante los hocicos al finalizar los pases. Para ligar los muletazos fue obligado adelantar la pierna en casi todas las ocasiones con el fin de incitar la repetición de las embestidas. Otras de las virtudes, el acople con la velocidad de los envites del toro; es decir, temple. La administración del espacio, según conviniera, y los «toques» con la muleta, completaron una labor de libro. El valenciano, con dieciocho años de alternativa, mostró tanta afición y valor como en sus principios.
Zabala de la Serna: "Ponce firma una joya de tarde". ítidas las ideas como un cielo despejado de nubes por el fuerte viento de la mar y la montaña. Condicionó lidias y terrenos, pero no arrastró un magnífico éxito de un Ponce convertido en orfebre de piedras preciosas. Perfectamente engarzada una faena topacio sobre oro blanco. Todo suavidad. Exquisito el pulso con un toro de equilibradas líneas, mascarón de proa de una buena corrida de Puerto de San Lorenzo, mansita pero buena, con la guinda de un encastado e importante sexto