Proposición indecente
Ya dicen que el pecado no es pedir porque quien pide al cielo y pide poco, dicen que es un loco.
Pero el pecado si que está en aceptar lo inaceptable cuando se trata de una indecente proposición como la realizada por el alcalde de Cutervo a los profesionales del toreo que tuvieron desdicha de torear el 29 último.
Por un lado el alcalde (y su comité) tejiendo todo con premeditación por no gastar un centavo más para reponer los toros muertos -o el toro muerto- del viaje de importación desde Colombia mérito a la improvisada gestión de importación.
Y por otro los de luces. Los matadores. Entre estos mayor alevosía si cabe porque me resulta impensable que hayan obrado como lo hicieron sin medir las consecuencias y lo que se cargaban con ello. Si es que son verdaderos profesionales claro.
Al alcalde le importaba un bledo montar un circo por su ignorancia supina de la tradición y el rito taurómaco. Pero a sus asesores, a su comité elegido precisamente por sus conocimientos en el sector y en la organización... por Dios. Eso no me lo trago. Y rompieron la pita por el lado más delgado. Abusar de los derechos -o permitirlo- de un torero mayor en antiguedad para luego faltar al compromiso de dar 6 toros, por temas pecuniarios, y salir del atolladero. Y premeditadamente utilizó tambien a los extranjeros que en sus ganas de torear no evaluaron ni vieron más allá de sus ansias. Idem sus apoderados.
Premeditación y alevosía. El delito, dañar la fiesta taurina nacional denigrando sus formas y su rito en bochornoso espectáculo por el sólo hecho de no estar en España. Doble mensaje o doble moral que sería peor.
El problema de Céspedes es con el Comité y el cachondeo que hicieron Esaú y Ritter es de los aficionados que buscamos seriedad y formalización de nuestro Perú taurino. Por eso es excecrable. Condenable. Intolerable.
La inexperiencia y juventud no es justificación. Desde que se enfunda un novillero un traje de luces sabe lo que es la antiguedad. La jerarquía. Y como tal debió proceder el más antiguo.
Fuera del ruedo, Céspedes lo intentó y fue avasallado por los intereses de los otros.
Dentro del ruedo ni lo intentaron. Peor. Se confabularon para perpetrar un ilícito taurino. Era tan simple como que el 5o lo toree el más antiguo y si al otro no le gustaba, qué pena. Ahí queda.
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