El primer juez (Bellido Yuta) salió apenas empezó la feria por no manejar el reglamento como debe ser, desde los pañuelos hasta los indultos. Quien lo sustituyó (Caballero )no fue mejor y no fue cesado desgraciadamente, llevando los destinos de la feria al hazmerreír internacional al robar a don Julián López “El Juli” una segunda oreja que lo elevaría por la puerta grande y con ello, a la rotundidad de ser el triunfador de la feria.
Hurto que también perpetró al maestro Enrique Ponce al devolver un toro de manera absurda y sin razón conocida. En mi retina permanece un par de matracazos en los altos del 10 correspondidos ipso facto por un pañuelazo desde el palco para cambiar al astado. Y es que a Puga –pienso que dirían- había que joderle la corrida que estaba yéndose arriba… ¿son esos los mismos que le pusieron en fiscalía los pitones de sus toros hace un par de años?... No encuentro otra explicación porque no me trago aquella estupidez de que Ponce quería el cambio. Si se le vio tremendamente contrariado y molesto por la desatinada decisión del indocumentado del palco porque veía que el toro embestía.
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Ojalá que con Peramás la cosa vaya a más… y mejor en Acho. En todo caso los aficionados y los estamentos deberán tomar –nunca mejor dicho- al toro por las astas y encarar el tema, primero, para devolver a su situación anterior el consejo taurino del Rímac como siempre fue; y segundo, firmar una especie de “acuerdo de gobernabilidad” por el cual los estamentos, peñas, aficionados, empresarios, ganaderos etc. Elaboraran un documento base para conformar una colegiatura de presidentes y jueces de plaza, veterinarios y directores de cambio de suerte que según su comportamiento en las provincias llegaran a la plaza de Acho con el rodaje y experiencia requerido que los califique para tan magno encargo.