Ayer en Manizales, del encierro de Ernesto Gutiérrez, los toros llegaron en el mejor tipo de la casa, pero carecieron de bravura. Solo el talento y la entrega de los toreros convirtieron el epílogo de la feria en una fiesta triunfal e inolvidable.
El maestro Enrique Ponce cuajó dos faenas cumbres, desgraciadamente malogradas con la espada. Fue algo increíble. Sus toros, mansurrones, no prometieron nada en los dos primeros tercios. Pero la mágica muleta del valenciano terminó convirtiéndolos en dos esclavos rendidos al mando y a la estética de una tauromaquia incomparable. Este inmenso torero, maestro de maestros, bien podría dosificar sus corridas y su temporada, pero retirarse es imposible cuando está en su mejor momento. Enrique Ponce iba sacando del cubilete pases de todas las marcas, cada uno un cartel. Era el toreo pleno y bello, ante la plaza volcada como nunca antes y muy difícil que se vuelva a ver. Dos vueltas al ruedo no dicen nada de lo que vivió Manizales bajo el embrujo del gran artista del toreo. Por primera vez en la historia de la plaza, el pasodoble Feria de Manizales, que es premio al toreo sublime, fue interpretado dos veces en la misma tarde para un torero.. Se fue a cortar las orejas, pero se llevó la gratitud y la admiración.
El caleño Luis Bolívar se llevó en el sorteo el toro pastueño de la corrida y lo justificó bordando una faena de mando, ligazón y temple, subrayada por el arrojo de su quietud y de su aguante. Con dos largas cambiadas de rodillas, gritó su declaración de guerra. Y, de allí en adelante, todo fue toreo de verdad. Cómo sería que otra vez el pasodoble Feria de Manizales llenó los aires de la plaza, que era un clamor. La gran faena terminó en círculos y la estocada, la muerte del toro y las dos orejas fueron casi simultáneas. La locura. Con el quinto no fue menos. Pero el animal, manso y huidizo, impidió que la obra tocara techo. Un estocadón valió por sí solo la oreja que lo confirmó como triunfador de la tarde.
El hijo de Paquirri, Cayetano Rivera Ordóñez pechó con un mansurrón que sólo le permitió apuntar detalles de la lujosa herencia familiar. Oyó música, pero el toro, quedadito, y los fallos con la espada dejaron todo en un saludo. Cerró la feria con otro manso rajado, al que tuvo que perseguir para ponerse por la cara. Mató de una estocada pasada y tendida. Recibió una oreja al esfuerzo.
Manizales cerró pues, ayer, con broche de oro su feria, se declaró triunfador absoluto del serial al francés más hispano, Sebastián Castella, quien ayer mismo realizó una de las mejores faenas de los últimos años en la Plaza México. (Fuente: El Tiempo).
Video del día anterior. Luque una oreja. (cortar y pegar): http://www.youtube.com/watch?v=imZjSE8KZvs
El maestro Enrique Ponce cuajó dos faenas cumbres, desgraciadamente malogradas con la espada. Fue algo increíble. Sus toros, mansurrones, no prometieron nada en los dos primeros tercios. Pero la mágica muleta del valenciano terminó convirtiéndolos en dos esclavos rendidos al mando y a la estética de una tauromaquia incomparable. Este inmenso torero, maestro de maestros, bien podría dosificar sus corridas y su temporada, pero retirarse es imposible cuando está en su mejor momento. Enrique Ponce iba sacando del cubilete pases de todas las marcas, cada uno un cartel. Era el toreo pleno y bello, ante la plaza volcada como nunca antes y muy difícil que se vuelva a ver. Dos vueltas al ruedo no dicen nada de lo que vivió Manizales bajo el embrujo del gran artista del toreo. Por primera vez en la historia de la plaza, el pasodoble Feria de Manizales, que es premio al toreo sublime, fue interpretado dos veces en la misma tarde para un torero.. Se fue a cortar las orejas, pero se llevó la gratitud y la admiración.
El caleño Luis Bolívar se llevó en el sorteo el toro pastueño de la corrida y lo justificó bordando una faena de mando, ligazón y temple, subrayada por el arrojo de su quietud y de su aguante. Con dos largas cambiadas de rodillas, gritó su declaración de guerra. Y, de allí en adelante, todo fue toreo de verdad. Cómo sería que otra vez el pasodoble Feria de Manizales llenó los aires de la plaza, que era un clamor. La gran faena terminó en círculos y la estocada, la muerte del toro y las dos orejas fueron casi simultáneas. La locura. Con el quinto no fue menos. Pero el animal, manso y huidizo, impidió que la obra tocara techo. Un estocadón valió por sí solo la oreja que lo confirmó como triunfador de la tarde.
El hijo de Paquirri, Cayetano Rivera Ordóñez pechó con un mansurrón que sólo le permitió apuntar detalles de la lujosa herencia familiar. Oyó música, pero el toro, quedadito, y los fallos con la espada dejaron todo en un saludo. Cerró la feria con otro manso rajado, al que tuvo que perseguir para ponerse por la cara. Mató de una estocada pasada y tendida. Recibió una oreja al esfuerzo.
Manizales cerró pues, ayer, con broche de oro su feria, se declaró triunfador absoluto del serial al francés más hispano, Sebastián Castella, quien ayer mismo realizó una de las mejores faenas de los últimos años en la Plaza México. (Fuente: El Tiempo).
Video del día anterior. Luque una oreja. (cortar y pegar): http://www.youtube.com/watch?v=imZjSE8KZvs