Por Ricardo Díaz-Manresa (Avance Taurino)
Independientemente de sus grandes cualidades toreras, técnicas y artísticas, ha sido un superdotado, con un físico excepcional y un poder mental extraordinario para poder aguantar tanto tiempo y tantos triunfos. En su año 20 de matador de toros, este torero 10 –es de verdad su año porque empalma los dos guarismos perfectamente hasta construir el 2010- sugiere muchos estudios, análisis, reflexiones y puntos de vista. Sus 20 de alternativa y su 10 de torero enlazan perfectamente en este año. Ni buscado con lupa. Las cosas han venido así y qué bien han venido. 20 años de alternativa no son 20 al uso, sino 20 sudados uno a uno, sufridos uno a uno, disfrutados uno a uno, triunfados uno a uno. No significa que tomó la alternativa hace 20 sino que los ha trabajado y ocupado sin parar y encima desde arriba, desde el máximo puesto de categoría y de dinero como torero 10, el de mejor y continuada nota. Sin un descanso ni un alivio. Como un estudiante que hace 4 carreras universitarias seguidas y se atiborra de matrículas. Y no se empacha de libros, ni de clases ni de profesores ni de temas. Un super en todo el significado de la palabra.
Naturalmente, como estamos en España, se le ha discutido, también yo. A unos les cansa, otros lo tachan de superficial, alguno de pesado, el de más allá que se arrima poco, que si le dan muchos avisos –también es campeón en esto- por sus faenas larguísimas, que si con la espada ha perdido muchos y grandes triunfos. Todo eso puede ser verdad y es su parte menos brillante. En realidad hay pocos que puedan discutir sus cifras y estadísticas –las mejores de toda la Historia del Toreo- en número de corridas, toros indultados, ferias de tronío de todo el mundo taurino, temporadas completas desde febrero a octubre empalmando con el serial de Centro y Sudamérica, viajes en miles y miles de kilómetros, Puertas Grandes, toros muertos que no cabrían en una ciudad, número de trofeos, tardes innumerables de ponerse el traje de luces con lo que eso supone (supongo, lo pienso y me estremezco), presiones de todo tipo en todas las plazas del orbe, cambios de culturas y de gustos en caminos tan largos, cosos de máxima responsabilidad y máxima exigencia. Y sin fallar ni uno.
A esto quería ir. Independientemente de sus virtudes toreras, tanto técnicas como artísticas, es necesario para poder realizar esta carrera de 20 años con la vitola de torero 10 ser psíquica y físicamente excepcional. Lo de su toreo ha sido muy cantado, lógico, pero lo de su poder mental bastante menos. Si no se es un ser extraordinario con nervios de acero no se puede realizar esto, además, voluntariamente y con afición.
Tampoco lo aguanta un cuerpo débil y sin dotes físicas de un fuera de serie. Incluso los años han pasado por él y le vienen bien sus primeros trajes de luces. Otro dato de asombro. Y parece delgadito y poca cosa y la realidad es que debe estar hecho de acero. Por eso, como éste sale uno de tarde en tarde. Este Ponce ha asombrado durante dos siglos –el XX y el XXI- y todo buen nacido y aficionado tiene que reconocerle sus méritos taurinos y extrataurinos. Es un elegido por el Jefe que está en los cielos. Un tocado por la mano de Dios. Así que, españoles, nada de envidia y toda la admiración ante un ser excepcional. He tenido poca relación con él, salvo mi tiempo de Clarín cuando dirigía este programa en RNE, y también se portó personalmente muy bien en aquellos sus primeros años de alternativa. Debe ser también muy bueno en este aspecto. Que Ponce disfrute de su año Ponce. Se lo merece.
Naturalmente, como estamos en España, se le ha discutido, también yo. A unos les cansa, otros lo tachan de superficial, alguno de pesado, el de más allá que se arrima poco, que si le dan muchos avisos –también es campeón en esto- por sus faenas larguísimas, que si con la espada ha perdido muchos y grandes triunfos. Todo eso puede ser verdad y es su parte menos brillante. En realidad hay pocos que puedan discutir sus cifras y estadísticas –las mejores de toda la Historia del Toreo- en número de corridas, toros indultados, ferias de tronío de todo el mundo taurino, temporadas completas desde febrero a octubre empalmando con el serial de Centro y Sudamérica, viajes en miles y miles de kilómetros, Puertas Grandes, toros muertos que no cabrían en una ciudad, número de trofeos, tardes innumerables de ponerse el traje de luces con lo que eso supone (supongo, lo pienso y me estremezco), presiones de todo tipo en todas las plazas del orbe, cambios de culturas y de gustos en caminos tan largos, cosos de máxima responsabilidad y máxima exigencia. Y sin fallar ni uno.
A esto quería ir. Independientemente de sus virtudes toreras, tanto técnicas como artísticas, es necesario para poder realizar esta carrera de 20 años con la vitola de torero 10 ser psíquica y físicamente excepcional. Lo de su toreo ha sido muy cantado, lógico, pero lo de su poder mental bastante menos. Si no se es un ser extraordinario con nervios de acero no se puede realizar esto, además, voluntariamente y con afición.
Tampoco lo aguanta un cuerpo débil y sin dotes físicas de un fuera de serie. Incluso los años han pasado por él y le vienen bien sus primeros trajes de luces. Otro dato de asombro. Y parece delgadito y poca cosa y la realidad es que debe estar hecho de acero. Por eso, como éste sale uno de tarde en tarde. Este Ponce ha asombrado durante dos siglos –el XX y el XXI- y todo buen nacido y aficionado tiene que reconocerle sus méritos taurinos y extrataurinos. Es un elegido por el Jefe que está en los cielos. Un tocado por la mano de Dios. Así que, españoles, nada de envidia y toda la admiración ante un ser excepcional. He tenido poca relación con él, salvo mi tiempo de Clarín cuando dirigía este programa en RNE, y también se portó personalmente muy bien en aquellos sus primeros años de alternativa. Debe ser también muy bueno en este aspecto. Que Ponce disfrute de su año Ponce. Se lo merece.