sábado, 14 de septiembre de 2024

TACABAMBA ABRE SU FERIA CON PUERTA GRANDE DE CALERITO Y CRISTIAN PAREJO

Por Magaly Zapata desde Tacabamba / (una crónica de brindis al cielo en tu honor) 

La Feria de Tacabamba en honor al Señor de la Misericordia se inició con la foto final triunfal de puerta grande aún cuando la tarde se puso cuesta arriba ante la flojedad del ganado que se lidió.  Se cortaron cuatro orejas repartidas entre los españoles debutantes en nuestro país, Juan García Vizcaino "Calerito" y Cristian Parejo. El mexicano Isaac Fonseca que reaparecía aquí desde su lesión en la pasada Feria de Cutervo trajo las ganas pero el infortunio le privó de salir en la foto. 

Fonseca venía con todas las ganas de triunfo, así nos lo contó en el patio de cuadrillas ante del paseíllo. Pero su lote y en algo su espada en el primero no le dieron opciones de triunfo numérico.  Con el primero cuajó buenas series de naturales, por templarlos a pesar del viento, que fue el mejor pitón del toro.  Saludó ovación.  Y en el cuarto  un colorado de bonitas hechuras (en consonancia con su procedencia en Roberto Puga), lo recibió con una larga cambiada y chicuelinas y una media verónicas desmayada y baja las manos con sabor.  No se si es que se dañó en la brega pero tampoco tenía sobrada fuerza pero me ilusiono cuando el subalterno le echó capote abajo y por el izquierdo lo siguió en redo de haciendo el avión.  Del trance dobló las manos y le fue difícil incorporarse.  De ahí en más sucedió reiteradamente y motivó que el público se enfadara y pidiera brevedad. Lo intentó sujetándolo con alfileres, en el temple y por alto, incluso con la zurda pero ya no le prestaban importancia.  Y así se fue de vacío el mexicano.  El infortunio. Ya dicen. Uno propone, Dios dispone y el toro… lo descompone.  

En el caso del Sevillano Calerito fue lo contrario porque a pesar de todo consiguió lucir y tocar pelo, una de cada uno de su lote (segundo y quinto) le abrieron la puerta grande.  Dejó la impronta de clase y estilo.  Gusto para torear.  Además de entregarse tras el acero para amarrar trofeos.  Su segundo un castaño de feas hechuras que iba mejor por el derecho y metió los pitones abajo pero cuando era sometido protestaba los muletazoa, lo entendió y se acopló, citando y reuniéndose con torería aunque el de las cuatro patas saliera deslucido con la cara arriba y mirando tendidos.  Por  el izquierdo era remiso pero porfió. 
Cerró con bernadinas sin estoque y en una fue le hizo hilo por apretar para adentro la embestida.  Pero recto con la espada pudo cortar oreja. Emocionó a los tendidos. Con el otro,  Otro castaño y chorreado, bonito y sin fuerzas, lo saludó por lances a los medios y verónicas. En muleta lo hizo todo desde  sujetarlo por la escasa fuerza hasta robarle faena con buena colocación y reunión y despacharlo por arriba, estocadon que per  se valía trofeo. Y se lo dieron. Oreja. Puerta grande. 

El también andaluz Cristian Parejo cobró feamente en los dos de su lote.  El tercero fue malo por peligroso, orientado,  y esta condición la cantó tras el saludo por chicuelinas. Al quitar por tafallera se le quedó en el cuerpo y lo tuvo a merced contra la arena. Colombo saltó esta y otra vez en la faena de muleta.  Sabía Parejo que se le medía por la axila, que lo buscaba pero igual se arrimó. La espada no fue lo eficiente requerido y el puntuar en el secador se le esfumó.   Con el terciado pero bonito burraco de nombre Idílico y con el que apenas dibujó Parejo una media Verónica después de tantear, muleta por derecho sustentó su labor, el tema era si someter o no.  Si lo hacía se desplazaba pero podía doblar las manos por la poca fuerza y si no lo hacía protestaba con derrotes y cara arriba. Optó por lo primero y a regañadientes construyó faena en cercanías.  Y con el espadazo que recetó amarró el triunfo para su tarde.  Y aunque otra vez lo sangoloteó y prendió feamente la foto en volandas valía eso y más. Dos orejas lo auparon a la puerta grande.  

Se lidiaron seis astados de San Alejandro propiedad de Amilcar Mandujano de procedencia Roberto Puga. Disparejos en su presentación pero con el común denominador de la escasa fuerza, doblaban las manos y si el toro cae se cae la fiesta. Querían embestir algunos por bajo pero es la casta que sujeta con las fuerzas las embestidas entregadas por abajo y con recorrido. Algunos quisieron pero no pudieron.  

Si algo traía esta feria cajamarquina era la baraja de nombres novedosos para la temporada nacional además de conocidos consagrados  y eso es lo que me movió a salir una vez más a  buscar lo que me hace feliz.  Y en ello, confesar debo,  que estar detrás de  una marea humana que en paso de procesión sube en peregrinación una empinada escalera hasta llegar a su plaza y otra vez lo hace al salir, conmociona porque demuestra lo importante que es el festejo con toros para el pueblo. Pero lo hermoso es contemplar desde abajo una plaza llena a reventar (dicen que 8 mil almas), porque están ahí sentados porque las corridas son parte esencial de su fiesta patronal, y eso mi amigo, no tiene precio y bien vale largas horas de traslado desde Lima a cualquier parte de mi Perú taurino. 

Tras el paseíllo se guardó un minuto de silencio en memoria y homenaje al compañero Martín Campos fallecido hoy tras larga enfermedad, cubrió los varios palos de la fiesta, aficionado cabal que escaló en su afición como reportero gráfico y comentarista taurino, presentador del programa Puerta Grande y corresponsal de un medio web español además de haber oficiando de Juez de plaza en muchas de nuestra geografía taurina. Descansa en paz querido Martín, con nuestros encontronazos conocidos y públicos nunca dejamos de respetarnos y conversar. Cuéntale a Dios de nuestro Perú taurino y descansa en la eternidad de esa nueva vida con la misma afición de siempre. Esta sea una crónica de brindis al cielo en tu honor.
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